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La Cierva redescubre su historia

El investigador y escritor Enrique Lillo Alarcón firma el libro ‘La Cierva, un lugar en la historia’, donde saca a la luz información de interés del municipio así como sus orígenes
La Cierva redescubre su historia
Imagen: Turismo C-LM
12/01/2025 - Rubén M.Checa

Hace algo más de un año, la alcaldesa de La Cierva, Christiana Scharfenberg, se propuso recopilar información sobre los orígenes del municipio para publicar un artículo sobre la ermita de San Juan Bendito. Para ello, contactó con Enrique Lillo Alarcón, investigador en el Archivo Nacional de Madrid, quien aceptó el desafío de forma altruista.

En el Ayuntamiento no quedaba ningún documento histórico sobre el municipio, ni en la parroquia de La Cierva, por lo que Lillo se sumergió en los archivos de la diócesis de Cuenca, el provincial, la Chancillería de Granada y el Archivo General de Simancas. El objetivo era reconstruir la historia del pueblo, y después de un año de arduo trabajo, todo ese esfuerzo ha quedado plasmado en ‘La Cierva, un lugar en la historia’, el nuevo libro de Lillo, que ya está disponible a través de la editorial Aache.

“En La Cierva encontré cosas muy interesantes”, explica el autor en una entrevista con Las Noticias de Cuenca. Y es que, Lillo ha arrojado luz sobre los orígenes e inicios del pueblo, ha detallado la importancia de las minas de jaspe y mármol de la localidad y ha encontrado historias sobre el destino de la madera que salió de los montes que rodean el municipio.

Por la explotación de estos recursos naturales, La Cierva “no recibió nada a cambio”, detalla el investigador, quien refleja en el libro cómo buena parte del altar mayor y el trasparente de San Julián de la Catedral de Cuenca se levantó en su momento con mármol y jaspe de la localidad.

A este respecto, Lillo se ha apoyado en el geólogo Klaus Bitzer, quien ha aportado comentarios adicionales sobre el jaspe. Entre ellos destaca una curiosidad que enlaza el mármol de La Cierva con su pasado prehistórico, toda vez que un trozo de jaspe ubicado en el altar de la catedral tiene incrustado una mancha negra que en realidad es un fósil de belemnite, una especie de calamar que habitó al final del Cretácico hace 65 millones de años. Grandes arquitectos como Alberto de la Madre de Dios o Ventura Rodríguez (el más famoso del barroco español) usaron esos jaspes para embellecer la catedral.

 

El libro, que ya se puede adquirir a través de la editorial Aache, se recogen detalles como la importancia de las minas de jaspe y marmolados. o el destino de la madera de sus montes
Una de las minas de mármol ya en desuso de La Cierva. Foto cedida

Por otro lado, la Armada española tenía reservados una multitud de pinos de La Cierva, en el siglo XVIII, en tiempos del rey Carlos III, que sirvieron para construir mástiles de barcos, cubiertas e incluso una de las fragatas que salieron el astillero de Cartagena fue construida íntegramente con madera de la localidad conquense.

En concreto, fue el navío de San Justo, que estuvo más de 40 años al servicio del ejército español, de los que más tiempo para la época estuvo en activo. Participó en batallas tan importantes como la guerra de independencia de Estados Unidos o la batalla de Trafalgar, siendo una de las pocas fragatas españolas que consiguieron sobrevivir al asedio de la Armada Real Británica.

“Estos descubrimientos tan bonitos son algunas historias que han quedado plasmadas en el libro”, destaca el investigador moteño, quien ya explicó el pasado verano a los vecinos de La Cierva parte de estos avances en unas jornadas históricas.

La explotación de estos recursos naturales hizo que La Cierva fuera una localidad destacada en el mapa entre los siglos XVI y XVIII. Otra de las partes que incluye este libro es la presencia de la localidad en mapas de cartógrafos y geógrafos internacionales sin aparecer localidades más grandes como Cuenca o Toledo. “Hemos hecho un apéndice con muchos de estos mapas explicados”, subraya Lillo, quien tiene la suposición de que la localidad posiblemente ya era muy conocida desde época romana porque ellos eran muy proclives a usar jaspe y mármoles para decorar las viviendas.

 

Enrique Lillo durante la presentación del libro. Foto: Rubén Marco

Hasta ahora nadie sabe porqué se llamaba La Cierva. Según ha podido averiguar, sus orígenes provienen de una revuelta entre labradores y el noble propietario de las tierras. Los campesinos, tras quemar los campos del noble, se establecieron en un lugar al este de Cuenca. En un momento determinado, decidieron normalizar su situación porque los terrenos pertenecían al municipio conquense, y fueron a pedir a la ciudad permiso para vivir allí. Como regalo para convencer a las autoridades, llevaron una cierva. El concejo les dio permiso para establecerse allí y, como no tenían nombre, empezaron a llamarles “los de la cierva”.

Además, también ha encontrado en los archivos cómo subsistían los pobladores de La Cierva a lo largo de los años, puesto que las condiciones de vida en esta zona fueron “muy duras”. Así, una de las formas de conseguir dinero era haciendo carbón y leña aprovechando los recursos naturales para venderlos posteriormente en Cuenca.

 

El libro recoge el origen del nombre de la localidad, que viene por el regalo que hicieron sus primeros habitantes al Consejo de Cuenca

Este libro sobre la historia de La Cierva se suma a la larga lista de escritos que tiene publicados Enrique Lillo Alarcón. Suman más de una veintena, y muchos de ellos están relacionados con Mota del Cuervo, localidad de donde son sus raíces, aunque también ha difundido la historia de otros rincones de la provincia como Carboneras de Guadazaón.

De cara al futuro, tiene en liza publicar un libro sobre Santa María de los Llanos, otro sobre una judía conversa que vivió en Mota del Cuervo y un tercer libro dedicado a un tesoro encontrado también en la localidad manchega y que hizo que interviniera el propio rey Felipe II. Se cree que este suceso, además, fue el que inspiró a Cervantes para escribir sobre el tesoro del morisco Ricote en su obra Don Quijote de La Mancha.

Aunque Enrique Lillo Alarcón nació en Ceuta en el año 1953, su familia paterna es de Mota del Cuervo, por lo que él se considera un conquense más. Se graduó como ingeniero superior industrial, pero desde siempre su pasión ha sido la historia y la investigación. De hecho, es miembro de la junta directiva de la Asociación de Historia de Mota del Cuervo.