Los productores de lavanda y lavandín de la provincia de Cuenca esperan alcanzar esta campaña una cosecha “normal” en cuanto a producción aunque se muestran especialmente preocupados por la comercialización del aceite esencial debido al “hundimiento de los precios”, lo que pone en peligro la viabilidad de estas explotaciones.
La advertencia la lanza el presidente de la Asociación Nacional Interprofesional de Plantas Aromáticas y Medicinales (Anipam), Abelardo Carrillo, de Vallejondo Esencial, empresa de producción y destilación de lavanda y lavandín ubicada en Villares del Saz.
En la provincia de Cuenca, las plantaciones de estas plantas aromáticas se reparten principalmente por los municipios de Huete, Carrascosa del Campo, Saelices, Villares del Saz, Villar de Cañas y Montalbanejo, entre otros. La superficie total dedicada a estos cultivos se sitúa entre 500 y 600 hectáreas, alcanzándose una producción en una campaña media de 30 toneladas de aceite esencial, según detalla Carrillo.
Este tipo de cultivos necesitan temperaturas bajas en invierno y precipitaciones durante la primavera, especialmente durante los meses de abril a junio, para tener un buen rendimiento. “Este año, llovió en marzo pero en abril y mayo ya no, lo que ha hecho que la cosecha no esté siendo tan espectacular como podría haber sido”, explica.
PRODUCTOS SINTÉTICOS
Aunque la producción no es lo que preocupa especialmente a los cultivadores, sino la rentabilidad económica. Para el representante de Anipam, resulta “paradójico” que desde hace cerca de cuatro años se venga arrastrando una bajada de precios mientras que paralelamente el sector del perfume “no deja de crecer”. “Pero a nosotros no nos compran aceite esencial”, asegura. Aunque reconoce que puede haber exceso de producción, considera que esto puede deberse a que esta industria utiliza ahora más mezclas y productos sintéticos.
“No se cubre ni el 50% de los costes de producción. En la época de floración, triunfa el turismo de fotografía en los campos de lavanda pero hace falta ponerse el mono azul del agricultor para ver la situación real”
Carrillo, que empezó en el sector de las plantas aromáticas hace 14 años, apunta que la rentabilidad de estos cultivos era mayor que la de los cereales “hasta que se ha producido el colapso”, lamentando que ahora se pague a los cultivadores unos nueve euros el kilo de aceite esencial mientras que hace tres años el precio se situaba por encima de treinta. “No se cubre ni el 50% de los costes de producción. En la época de floración, triunfa el turismo de fotografía en los campos de lavanda pero hace falta ponerse el mono azul del agricultor para ver la situación real”, recalca, pidiendo el apoyo de las administraciones.
Otra cuestión que preocupa al sector es la plaga que está afectando ahora a las plantaciones de Guadalajara, aquejadas de un insecto que “devora las espigas” y que también perjudicó gravemente hace alrededor de un lustro a los cultivos de plantas aromáticas de la provincia de Cuenca. “Prácticamente nos dejó sin cosecha”, recuerda. Aunque puntualiza que de momento no hay problemas en territorio conquense, señala que hay poca capacidad de prever si puede suceder aquí también. “Es bastante impredecible”, afirma.
Encarnación Ruiz, que empezó a cultivar lavandín hace cinco años como complemento al cereal, coincide en el pronóstico para esta campaña: “No lo hemos segado aún pero la producción va a ser bastante buena. El problema son los precios”. De hecho, el año pasado no llegaron a destilar la cosecha porque dice que no les merecía la pena y guardan el aceite de las dos campañas anteriores en la cooperativa a la espera de mejores precios.
