El hidrogeólogo murciano Francisco Turrión recibía recientemente el Premio a la Investigación e Innovación del Agua por un estudio publicado por Greenpeace en 2017, de nombre ‘La trama del agua en la cuenca del Segura, 10 años después’, en el que sostiene que la cuenca del Segura no es deficitaria, sino que podría tener un superávit anual de 200 hectómetros cúbicos y desengancharse en tres años del trasvase Tajo-Segura si aprovechara sus propios recursos hídricos, principalmente aguas subterráneas y desalinizadoras. En cambio, denuncia que se intentan justificar nuevos trasvases y grandes plantas de desalinización para alimentar proyectos urbanísticos fruto de la burbuja inmobiliaria y nuevas hectáreas de regadíos intensivos propiedad de grandes agroindustrias que no son legales.
¿Qué le supone este premio de la Junta?
Es un honor muy grande que un gobierno como el de Castilla-La Mancha me conceda este premio, algo que no me esperaba. Es un espaldarazo muy fuerte, un reconocimiento a una trayectoria y a una investigación documentada y, sobre todo, con un trabajo de campo en el que considero el potencial de las aguas subterráneas de la cuenca del Segura, el cual en mi opinión está infravalorado e, incluso, ocultado a la opinión pública cuando esta cuenca puede ser autosuficiente sin necesidad del trasvase Tajo-Segura.
Según su estudio, el déficit hídrico de la cuenca del Segura, del orden de los 400 hectómetros cúbicos, es ficticio, fruto de que se han forzado los cálculos y no se cuenta con la mitad de los recursos naturales de agua subterránea, entre 500 y 800 hectrómetros cúbicos anuales que se van al mar… Un agua a la que si se añade la que tendría que ser desalinizada según el Plan Hidrológico dejaría un superávit de 200 hectómetros al año. ¿Esto es así y se puede demostrar?
En mi opinión se puede demostrar. Primero, porque cuando hablamos de déficit, hablamos de una operación matemática. Y cuando los cálculos se hacen correctamente, se ve claramente que el balance en la cuenca del Segura no cuadra debido a que la evapotranspiración, que es la cantidad de agua del suelo que vuelve a la atmósfera, está sobredimensionada, al haberse incrementado en un 10 por ciento de lo que sería lo lógico en las cuencas del entorno. Así, mientras que en la cuenca del Júcar y en la del Guadalquivir la evapotranspiración es el 80 por ciento de lo que llueve, en la del Segura, sin ninguna justificación, se ha considerado que es el 90 por ciento, algo que no tiene justificación científica ni técnica. Máxime cuando ese dato no nos lo ha dado quien tenía que dárnoslo, que es la Agencia Estatal de Meteorología, como exige la instrucción de planificación, sino el Centro de Experimentación de Obras Públicas del Ministerio de Fomento. Esto me parece una irregularidad. Si la evapotranspiración de la cuenca del Segura se asemeja a la del Júcar y a la del Guadalquivir, se ve que el balance ya cuadra y que hay 500 hectómetros de agua subterránea que se están transfiriendo al mar con los que no se han contado. Si a eso añadimos el agua desalada que prevé el Plan Hidrológico del Segura, esta cuenca no es deficitaria y no necesitaría esos 400 hectómetros del Tajo.
¿Y por qué no se cuenta esa agua subterránea?
En mi opinión es un error contable para justificar la necesidad del trasvase. Un error que no tiene por ejemplo el Plan del Júcar, que con toda sinceridad reconoce que al mar se le van casi 500 hectómetros cúbicos. Otra prueba de que esto es así está en la sequía pasada, de los años 2005-2009, cuando se construyó una batería de pozos de sequía en la que yo participé y en la que, al perforar unos 60-80 pozos, nos dimos cuenta de ese potencial de agua subterránea que ya había sido puesta de manifiesto en estudios de los años setenta del Instituto Geológico y Minero de España. Esa batería de pozos es capaz de utilizar de forma sostenible más de 100 hectómetros cúbicos de agua pero, curiosamente, a día de hoy está parada y prácticamente sin funcionar. Potencial entonces hay, pero no se utiliza.
¿Las desaladoras no funcionan?
Digamos que no funcionan a pleno rendimiento. Y, sobre todo, lo que no funciona nada son esos pozos de sequía que decía. Curiosamente, en la manifestación que han hecho recientemente los regantes en Madrid, el punto primero de su manifiesto era su puesta en marcha. No se explica cómo en una situación de crisis hídrica en el Segura y en el Tajo las herramientas que el propio Estado construye para superarlas no se activen. El Gobierno de España apuesta por una política de trasvases y todo esto de las aguas subterráneas no encaja en su política. Esto es un error, porque debemos utilizar la ciencia y la técnica para ser autosuficientes en la cuenca del Segura y generar el beneficio ambiental en la cuenca del Tajo, liberándola de esa carga de tener que trasvasar todos los años agua y de que su cabecera se quede sin recursos para el abastecimiento público.
¿Y por qué esa apuesta del Gobierno por los trasvases? En el estudio habla de especulación con las obras públicas y del intento de beneficiar a unos supuestos lobbies del regadío…
El Gobierno lleva muchísimos años apostando por las obras públicas que suponen los trasvases, con lo que se beneficia a grandes constructoras. Y, por otro lado, sí que se ha observado el crecimiento de los regadíos en la cuenca del Segura tras la entrada en vigor el Real Decreto Ley 3/86 de 30 de diciembre, que los prohibía. A los pequeños agricultores y regantes de la cuenca del Segura que querían constituir pequeñas superficies de regadío, a veces simplemente de subsistencia, no se les permiten, mientras que otras grandes firmas, empresas de importancia, sí han podido ampliar sus superficies. Desde 1986 hasta hoy hay 60.000 hectáreas que no tienen título concesional, derecho a regar. Es lo que yo considero la trama del agua: un tramado normativo que impide a los ciudadanos acceder al agua porque se supone que no hay, pero otros la cogen y en ese entramado se justifican nuevos trasvases porque dicen que no hay agua.
Según datos actuales, los embalses de la Cuenca del Segura están al 31 por ciento de su capacidad, mientras que diez años atrás alcanzaban el 52 por ciento…
Sí, pero son datos de embalses superficiales, y no se ofrecen los de los embalses subterráneos. En las islas Baleares, cuanfo se da información de los recursos hídricos sí hacen referencia a los acuíferos, pero en la península se refieren solo a los embalses superficiales. ¿Por qué no se habla de las dos cosas? Esa es otra pata de la trama de intereses del agua: se oculta información a los ciudadanos.
Justo ahora, tras las últimas lluvias los embalses de Entrepeñas y Buendía, que llevan sin sufrir trasvases desde mayo de 2017, han vuelto a superar el umbral de 400 hectómetros cúbicos que permite transferir agua al Levante, de ahí que la Junta tema un nuevo trasvase…
Lo que hay que exigir, como comentaba, es que el Gobierno central apueste por la política de autosuficiencia hídrica de cada cuenca hidrográfica con sus propios recursos para poder subir ese umbral progresivamente de 400 a 500, de 500 a 600… Así hasta que no haga falta. Pero para eso tiene que hacer infraestructuras en la cuenca del Segura, poner las desaladoras a pleno funcionamiento y la batería de pozo de sequías que se construyó hace diez años, además de hacer una nueva para poder obtener esos 200 hectómetros de agua subterránea que decimos en el informe.