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Patrimonio cultural

El año del patrimonio provincial

La Diputación quiere intensificar la labor del Centro de Conservación y Restauración para llegar al máximo de obras este 2018
El año del patrimonio provincial
La directora del Centro de Conservación y Recuperación, Ana Conesa, con la predela del retablo de Carrascosa del Campo. Fotos: Saúl García
14/03/2018 - Nuria Lozano

El patrimonio cultural mueble de la provincia, tanto civil como eclesiástico, tiene su propia Unidad de Cuidados Intensivos, donde muchas de ellas llegan en estado crítico y a los pocos meses vuelven a lucir en todo su esplendor.

El Centro de Conservación y Restauración de la Diputación de Cuenca ha ‘salvado’ desde su inauguración en 2006 medio centenar de obras entre retablos, lienzos o artesonados, algunos de ellos muy conocidos pero otros abandonados a su suerte y perdidos en algún almacén. En el Centro trabajan seis profesionales que no solo tratan directamente las obras sino que acuden allí donde se les reclama para asesorar sobre cómo se deben mantener tras la intervención. “Se consiguen dos beneficios, por un lado, que estos tesoros se conserven en el tiempo y, por otro, se dan a conocer, salen a la luz, se inventarían y se les da el valor que tienen”, dice Francisco Domenech, diputado de Cultura.

Domenech anuncia que este 2018 será un gran año para el patrimonio conquense al coincidir con el Año Europeo del Patrimonio Cultural. “Vamos a apostar fuerte y a destinar un presupuesto muy importante a la restauración para llegar al mayor número de obras de la provincia”. Un montante que se duplicará gracias a los remanentes del año pasado y que llegará a los 80.000 euros.

Muchos municipios pequeños no tienen recursos para salvar sus obras de arte

Entre las actuaciones previstas, el diputado adelanta la del retablo de Portalrubio, el lienzo de las ánimas de Villaescusa de Haro o la restauración de grandes piezas en un municipio de apenas 50 habitantes, Parra de las Vegas.

“Muchos pueblos pequeños no tienen recursos pero sí un gran legado cultural e histórico que sorprende”, afirma Mónica Garrido, restauradora del Centro.

La Guerra Civil causó estragos en el arte también en Cuenca, sobre todo en las iglesias. Tal y como señala esta profesional, de no ser por este servicio se hubiesen perdido joyas como el retablo del siglo XVI de Villar del Saz de Navalón o el artesonado de Cardenete, por citar algunos de los más espectaculares. O piezas tan peculiares como el Cristo de maíz de Torralba, de origen mejicano y realizado en técnica precolombina y de los pocos que se conservan a nivel mundial. En su interior llevaba la friolera de 200 perdigones.

EN RESTAURACIÓN

En las mesas de trabajo de las instalaciones del Centro de Conservación pueden verse las obras que se están recuperando en la actualidad.

Algunas como el cuadro de Carlos III de la alcaldía de San Clemente ya están casi acabadas. Otras esperan a que los profesionales curen sus heridas. Como la magnífica predela del retablo de Carrascosa del Campo del siglo XVI, que permanecía en un desván y que recuperará su policromía original; un pergamino de Horcajo de Santiago de la Hermandad de la Vera Cruz de 1542; o el gran lienzo del Buen Pastor de Olmeda del Rey, del siglo XVIII, hoy sin bastidor y amarillento.

El año del patrimonio provincial

Normalmente, las intervenciones se hacen a petición de los propios municipios. Los técnicos entonces se desplazan y visitan la obra, la valoran y emiten un primer diagnóstico. Si se puede traer a la capital se trabaja directamente en el Centro y si es de gran envergadura, como el caso de un retablo, el personal trabaja in situ o se contrata a un equipo de restauradores que hacen su labor bajo la supervisión del Centro de Conservación y Restauración.

Cuando la obra llega a Cuenca se siguen estos pasos. En primer lugar, pasa por la sala de desinsectación, donde con un nitrogenerador se sustituye el oxígeno por nitrógeno, acabando así con cualquier bicho inoportuno como la carcoma y evitando posibles infecciones. Después se documenta fotográficamente y se mandan muestras químicas a un laboratorio.

“Esto nos permite saber toda la composición, los barnices empleados, de forma que nos orienta sobre los productos que tenemos que emplear para la limpieza y nos sitúa históricamente la obra”, explica la directora del Centro, Ana Conesa. A continuación, se realiza la limpieza y consolidación, la estabilización del soporte para que recupere su planitud, el montaje en un bastidor con cuñas, en el caso de los lienzos, y la reintegración cromática. Un trabajo que, dependiendo de la pieza, puede llevar solo unos meses o años. Lo más complicado suelen ser las piezas de altar, no solo por el tamaño, sino porque aúnan varias técnicas.

“Lo importante es que todos los municipios sepan que estamos a su disposición”, subraya la directora. Para estos profesionales, lo más gratificante es cuando ven el trabajo acabado. “Sacas a la luz lo que estaba perdido y recupera su esplendor, sobre todo los colores. Es algo que emociona”, recalca.

Algún ‘Ecce homo de Borja’ también en Cuenca

En agosto de 2012 la noticia del Ecce homo de Borja sorprendía a la opinión pública y escandalizaba a los expertos en arte. El caso dio la vuelta al mundo e incendió las redes sociales. Una de las vecinas del pueblo zaragozano, Cecilia Giménez, había intentado recuperar una de las pinturas de los muros de la iglesia del Santuario de Misericordia utilizando una fotografía del cuadro de hacía 10 años para la ‘restauración’. Cuando salió a la luz, se supo que no era la primera vez que lo hacía, tal y como reconocía la nieta del autor del original de 1930, Elías García Martínez, que declaraba entonces “sólo había tocado la túnica, el problema ha sido ahora cuando se ha metido con la cabeza y ha destrozado el cuadro”.

En la provincia de Cuenca, por desgracia, los profesionales del Centro de Conservación y Restauración también se han encontrado “con muchos ‘Ecce homos de Borja’ e incluso cosas peores”, señala la directora, Ana Conesa. Sin querer precisar el lugar, narra como en un pueblo habían intervenido en un cuadro “poniéndole al santo la cara redonda, unos ojos y una sonrisa y el cuerpo era un borrón, como una sombra”.

En otras ocasiones, colocan con clavos tablas para sujetar un lienzo algo descolgado o repintan retablos porque los ven desgastados. “Seguimos encontrando intervenciones que dañan el patrimonio y por eso pedimos a los vecinos que antes de hacer nada nos llamen y les asesoraremos”.

El año del patrimonio provincial

Como señala la restauradora Mónica Garrido “a veces lo que hacen con buena fe para que luzca mejor la obra es útil, pero en otras el remedio es peor que la enfermedad”.

Es decir, si se limpia delicadamente para quitarle el polvo puede ayudar a su conservación “pero ante la duda es mejor que no hagan nada y que se pongan en contacto con nosotros”.

Otros consejos fundamentales son no usar productos domésticos de limpieza de ningún tipo, “porque son muy agresivos”; intentar mantener en la estancia donde está la pieza la humedad y temperatura constante; tener las ventanas cerradas para evitar la entrada de pájaros; y, si es posible, colocar alarmas.

Esta labor pedagógica y de concienciación se ha convertido en un objetivo fundamental para los profesionales del Centro.