El máximo reto del Centro de Recuperación de Fauna Silvestre de Albaladejito es que los animales que llegan a estas instalaciones heridos, enfermos o desnutridos puedan devolverse a su medio natural, aunque no siempre es posible. De los 183 ejemplares que entraron en 2020 en las instalaciones, 94 de ellos pudieron ser liberados de nuevo en la naturaleza, lo que representa el 51,36% del total.
El veterinario Miguel Ángel Verona, responsable de este centro dependiente de la Consejería de Desarrollo Sostenible, precisa que este porcentaje supone un incremento respecto a los datos que se registraron en 2019, cuando la liberación se situaba en el 45%.
En el centro -situado a unos seis kilómetros de Cuenca capital, en el conjunto de infraestructuras del Centro de Investigación Agroforestal de Albaladejito (CIAF)-, se abrieron en el año recién terminado 487 expedientes, incluyendo también los animales muertos hallados por los agentes medioambientales y que no llegan a estas instalaciones dado que, si no hay sospecha de que ha habido alguna infracción, son enterrados en su propio entorno aunque sí se cumplimenta una ficha sobre el ejemplar encontrado.
En 2019, fueron 450, lo que supone que en 2020 hubo un incremento del 8,22% del número de expedientes contabilizados.
De los 487 expedientes abiertos, 151 corresponden a animales que ingresaron ya cadáveres, una gran mayoría de ellos por electrocución. “Se les hace la necropsia a todos para poder identificar la causa de la muerte”, detalla el veterinario.
En el pasado ejercicio se realizaron 161 necropsias, con el pertinente informe forense veterinario que acompañará a la denuncia y al correspondiente expediente sancionador en caso de que haya sospecha de que puede haber delito en la causa de la muerte.
Asimismo, también se realiza la necropsia a los animales que mueren en el centro y se cree que puede haber delito en la muerte, por disparos o venenos, por ejemplo.
Además, este año se han realizado 80 estudios radiológicos y no se ha podido hacer más porque estuvieron varios meses sin director de instalaciones de radiodianóstico.
Verona precisa que al centro llegaron 225 animales vivos, de los cuales 42 murieron antes de las 12 horas desde su ingreso. A 69 animales se les practicó una eutanasia dado que por sus graves traumatismos no era posible recuperarlos.
Aunque cabría pensar que la pandemia habría podido reducir el número de ejemplares que llegaron a estas instalaciones debido a la limitación de la actividad humana por el confinamiento y otras restricciones, no solo no ha sido así sino que han subido las entradas. “Nos confinaron en marzo, que es la época más baja de entrada de animales en el centro, y empezó la desescalada en mayo, que es cuando vienen las aves migratorias y empieza la temporada alta. Seguimos trabajando durante el confinamiento y los agentes medioambientales, también, por lo que recibíamos animales y había ingresos”, explica.
Las que sí se han visto afectadas por la pandemia han sido las visitas de escolares a este centro en el apartado de educación ambiental, que permitían a los pequeños conocer en vivo y en directo a las aves. Cada año pasaban unos 2.000 niños por estas instalaciones, algo que ha tenido que suspenderse debido a la situación derivada de la Covid-19.
Caídas del nido
En cuanto a las causas de entrada de ejemplares, el porcentaje más alto se debe a caídas del nido y animales que se quedan huérfanos. Después le siguen, de mayor a menor, traumatismos, colisiones con vehículos, desnutrición, electrocución, disparos, choques con vallas y aerogeneradores, y enfermedades.
“Sigue habiendo disparos aunque han bajado y no hay casi envenenamientos. Pero se producen muchos choques con coches. El resultado son traumatismos muy grandes. Y, además, las fracturas en las rapaces no son limpias y hay un montón de astillas”, cuenta.
El tiempo medio de estancia de un ejemplar al que se ha sometido a una cirugía por “una fractura importante” es de entre dos y tres meses. La última fase antes de liberar a un ave se desarrolla en un parque de vuelo con el fin de que el animal se ejercite y coja fuerzas en las alas para que pueda sobrevivir en la naturaleza. En las instalaciones de Albaladejito se dispone de un voladero, al que hay que sumar los seis con los que cuenta el centro de recuperación de El Ardal, en Albendea.
En la actualidad, no llegan a la decena los animales que habitan en las dependencias de la capital conquense, un total de nueve ejemplares: dos águilas imperiales, un águila real, dos cernícalos vulgares, dos búhos reales y dos ratoneros; algunos de ellos llevan varios años en el centro ya que no se pueden devolver al entorno natural.
Como curiosidad, hasta finales de octubre, había también un buitre negro que había llegado al centro desnutrido y que se llevó después a los voladeros de El Ardal para que se ejercitara antes de liberarlo. Verona cuenta que es la primera vez que ha llegado un ejemplar de esta especie, más típica de regiones como Extremadura y Andalucía, aunque este veterinario apunta que se están trasladando los hábitats debido, entre otras cosas, al cambio climático.
El centro tiene en estas fechas una baja ocupación pero si se visita en meses como julio, el espacio rebosa vida ya que es cuando nacen los polluelos y las instalaciones se convierten en un constante piar.
En cuanto al personal, las dependencias de la capital disponen de un peón especializado y de solo un veterinario, el propio Verona, tras la jubilación del antiguo director, Manuel Valet, y el traslado de una tercera profesional a otras instalaciones, por lo que el nuevo responsable pide un refuerzo urgente de la plantilla.
Y es que el equipo veterinario atiende también la piscifactoría de Uña y a El Hosquillo, que cuenta con 13 rapaces, además de numerosos mamíferos, entre ellos osos y ciervos.
Toda persona que se encuentre un animal herido, debe llamar al 112. Y es importante no acercarse porque pueden atacar.
Negativas las pruebas en virus del Nilo OccidentalEn el marco del Plan de Vigilancia Sanitaria en Fauna Silvestre, en el Centro de Recuperación de Fauna Silvestre de Albaladejito y el parque cinegético de El Hosquillo se han extraído muestras a 52 aves para detectar posibles enfermedades y prevenir su transmisión al ser humano.
En concreto, se han hecho 31 pruebas para la influenza aviar; 15 para la fiebre del Nilo Occidental; dos para mixomatosis (una enfermedad infecciosa de origen vírico que afecta a conejos y liebres) y cuatro para otras dolencias. Todas ellas han salido negativas, según confirma el responsable del centro de recuperación, Miguel Ángel Verona.
Además, se ha hecho un estudio en El Hosquillo para detectar si existía en el parque cinegético la garrapata que provoca la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo y tampoco se halló ninguna de este tipo.