La primavera adelantada de este año y la falta de agua han perjudicado a la campaña de miel que está a punto de finalizarse. El sector prevé una merma en la producción de un 50%, calcula el presidente de la Asociación Provincial de Apicultores de Cuenca, Isidro Marín.
Por el contrario, el representante del sector destaca como punto positivo que se ha incrementado el número de abejas y de colmenas en la provincia de Cuenca. “Es muy buena noticia”, recalca, al tiempo que recuerda que, sin estos insectos “tan interesantes”, la vida se extinguiría en unos pocos años. “Las abejas hacen un bien social que no es reconocido por la sociedad”, subraya. Y es que, además de ser productoras de miel, también “son las mejores polinizadoras” y ayudan a la conservación de la biodiversidad.
La campaña de recogida de la miel se divide en dos fases: una en primavera y otra a finales del verano, explica Marín. La recolección que se está desarrollando en estos meses está siendo “muy irregular” y “floja” porque la floración vino pronto por la subida de temperaturas pero duró poco tiempo y sufrió también algunos hielos, a lo que hay que sumar la falta de agua en la tierra.
Colonias fuertes
“Estamos esperando que llueva y se pueda recuperar parte de la producción”, indica Marín mirando hacia la campaña de verano, haciendo hincapié en el aumento del número de abejas. “Las colonias son fuertes”, por lo que, si lloviese, “se podrían aprovechar mejor”.
De cara a la segunda campaña de recogida de la miel, el presidente de este colectivo explica que los apicultores le tienen “mucho miedo a los veranos largos y secos, que son negativos en general para el campo y también para las abejas”.
El colectivo tiene más de 500 socios, que suponen la práctica totalidad de los apicultores que hay en la provincia de Cuenca, que cuenta con unas 50.000 colmenas. En una cosecha normal, la producción media de cada una de ellas se sitúa entre 12 y 15 kilos.
Las zonas con más apicultura de la provincia están en la Sierra Baja, Sierra Media y La Manchuela. En cuanto a la recolección de verano, la Sierra Alta también cuenta con colmenas aunque se suelen trasladar a otros sitios durante los inviernos porque son más fríos en esta zona.
Y es que, además de la apicultura fija, también está la trashumante. En esta última se llevan las colmenas a otras comarcas donde está habiendo floraciones, de otras provincias incluso.
Aunque el oficio no es fácil, Marín destaca que está aumentando la afición por la apicultura en la provincia. Y aunque hay personas que lo hacen como simple hobby, también las hay que se han animado a ello de forma profesional. En este sentido, también destaca el apoyo que recibe la actividad por parte tanto del Gobierno regional como de la Diputación de Cuenca.
Los apicultores deben manejar a las abejas con temperaturas elevadas y tienen que ir muy protegidos para evitar picaduras, que pueden llegar a provocar alergias y a ser muy peligrosas. Sin embargo, para Marín, lo que peor llevan los profesionales no es esto sino que, por culpa de la competencia del producto de fuera, el suyo no se cotice como debiera.
Pero el oficio también tiene ventajas: “El mayor encanto, la mayor satisfacción de esta profesión es que te permite convivir con la naturaleza”.
Los peores enemigos de las abejas, la sequía y el ser humanoPerfectamente organizadas, el sistema de producción de miel de las abejas hace palidecer al de cualquier cadena de fabricación. Pero a estos insectos imprescindibles para la vida cada vez les acechan más peligros. “Los peores enemigos son la sequía y el ser humano”, lamenta el presidente de la Asociación Provincial de Apicultores de Cuenca, Isidro Marín.
Así, el uso de plaguicidas y herbicidas es letal. Marín entiende que los agricultores los utilicen para salvar sus cosechas pero cree que se está haciendo un uso “abusivo” . Los primeros cada vez son “más fuertes” y matan a las abejas porque todo el entorno se contamina. En cuanto a los segundos, “acaban con las malas hierbas pero también con las flores y con las abejas”, advierte, al tiempo que alerta de que los operarios de conservación de carreteras están tratando también las cunetas, eliminando las hierbas aromáticas que hay en ellas, algo que define como “nefasto” para estos insectos.
Otros riesgos para el sector son los robos de colmenas y la existencia de vendedores que van a municipios de la provincia, sobre todo en la Sierra Baja y en El Campichuelo, con “una miel que no sabemos de dónde viene” a un precio mucho más bajo. Desde la asociación hacen un llamamiento a la Guardia Civil para que intensifique los controles.
“Tenemos la suerte de que nuestra miel tiene una gran calidad”, apunta, recordando que está a punto de salir la regulación de la Indicación Geográfica Protegida. El precio del kilo está entre nueve y once euros. La de mil flores baja unos dos euros, mientras que la de romero, se sitúa en once euros. “Si es más barata, hay que desconfiar”.