De vuelta a las estrellas
Cuenca vuelve a situarse en la constelación de las estrellas de la alta gastronomía, un logro que, lejos de ser casualidad, es el resultado de un esfuerzo colectivo por realzar sus virtudes culinarias.
El chef Jesús Segura y su equipo celebran la obtención de una Estrella Michelin tras dos años de esfuerzo en el restaurante Casas Colgadas, ubicado en el icónico edificio del mismo nombre. El proyecto ha evolucionado desde Trivio, redefiniendo su cocina hacia una propuesta más personal y arraigada en la tradición local. Con un fuerte enfoque en la sostenibilidad y la recuperación de recetas y productos autóctonos, han logrado destacar la riqueza gastronómica conquense, involucrando a pequeños productores y promoviendo el uso de ingredientes locales.
Apenas un año después de ostentar el título de Capital Española de la Gastronomía, la ciudad celebra una nueva era de éxitos que la posicionan nuevamente entre los grandes referentes gastronómicos de España.
Este resurgir coincide con la entrada a la temporada navideña, un periodo en el que la riqueza agroalimentaria de la provincia brilla con especial intensidad. Quesos, vinos, aceites, azafrán, ajo, champiñones, carnes y dulces artesanales conquenses no solo son protagonistas de las mesas festivas, sino también embajadores de una despensa excepcional que destaca por su calidad y autenticidad.
El reconocimiento a Cuenca no es solo un triunfo de la cocina de autor, sino también un homenaje a las tradiciones y a los pequeños productores locales que han mantenido viva la esencia de la provincia. Desde los campos hasta las cocinas, la apuesta por el kilómetro cero y la sostenibilidad se ha convertido en una seña de identidad que une a toda la comunidad en un objetivo común: colocar a Cuenca en el mapa mundial del turismo gastronómico.
Este impulso llega además en un momento crucial, cuando la ciudad ha sabido capitalizar su protagonismo nacional para reforzar su atractivo turístico y cultural. La reapertura de espacios icónicos como las Casas Colgadas, ahora convertidas en un epicentro de innovación culinaria, y la promoción activa de sus productos en ferias nacionales e internacionales demuestran una visión estratégica para consolidar su legado gastronómico.
Cuenca no solo celebra, sino que también invita a reflexionar sobre la importancia de apoyar lo local. El éxito obtenido no se entiende sin la colaboración de instituciones, empresarios y ciudadanos que han apostado por el valor de su tierra. Consumir productos conquenses, promocionarlos y defenderlos no es solo un acto de orgullo, sino una responsabilidad para mantener el nivel alcanzado.
Con el horizonte navideño como telón de fondo, Cuenca saborea su momento de gloria y se reafirma como un destino gastronómico imprescindible. Este éxito no es un final, sino un nuevo comienzo. La constelación conquense seguirá brillando, siempre y cuando todos los actores mantengan viva la llama de la excelencia.