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La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida

Cuando llegas a una edad provecta se supone que ya has visto, leído u oído tantas cosas curiosas, extravagantes, extrañas, originales, excéntricas, estrafalarias, estrambóticas, grotescas, pintorescas y demás rarezas, que nada te puede llamar la atención por muy sorprendentes que puedan ser y, sin embargo, a mí se me sigue poniendo la cara del emoticono de los ojos desorbitados, con “novedades” como estas tres:

1. “La presunción de inocencia está por delante del testimonio de mujeres jóvenes…”, frase que, como sucede en muchas ocasiones que no estés de acuerdo con una sentencia judicial aunque ignores los pormenores del proceso, se puede decir en una reunión de amigos, yendo solo en el coche o dónde quiera que se les ocurra y por persona que se le antoje... siempre que la autora no sea la vicepresidenta del gobierno y desde una tribuna pública, porque indica que el principio de ejemplaridad y prudencia que debe prevalecer sobre la verborrea incontrolada en un cargo público queda en entredicho, habida cuenta de las repercusiones que pueden ocasionar unas palabras dichas con la vehemencia propia de personas impulsivas, que no se paran en pensar que están poniendo en cuestión la garantía procesal de un principio básico fundamental como el de la presunción de inocencia.

2. Las ciencias adelantan que es una barbaridad, que decía don Hilarión en La verbena de la Paloma, y todos los días aprendemos algo novedoso y no me refiero a la inteligencia artificial, que ya la tenemos aquí para bien o para mal, según se utilice positiva o negativamente, qué va ni mucho menos. Me estoy refiriendo a algo que yo creía algo normalizado en los niños como una rabieta o un berrinche de toda la vida, ahora resulta que si los niños o adolescentes están irritables o enojados con frecuencia puede tratarse de un “Trastorno de desregulación disruptiva del estado de ánimo”, que es conveniente tratar en un entorno sanitario. Menos mal que ya no voy a tener hijos, porque, entre unas cosas y otras, estaría permanentemente preocupado. Quiero decir más que lo estuve; y que no fue poco, la verdad.

3.Todos los que tenemos (o hemos tenido) mascotas conocemos la interconexión que se genera entre las personas y los animales a nuestro cargo, en una transmisión reciproca de compañía, atención y afecto, cimentada a través del tiempo de convivencia y de la repetición de actitudes que demuestran dichos sentimientos y convierten en una armónica y feliz vivencia de ambos: dueños y mascotas.

Pues hete aquí que de lo dicho nasti monasti, porque ahora resulta que hay que acudir a los expertos en telepatía (“Espejo público”, Susanna Griso) “mascoteril”, para que los perros, gatos y demás animales de compañía nos transmitan sus pensamientos y, de tal guisa, poder conocer sus necesidades y satisfacerlas en la medida de nuestras posibilidades, lo que me anima a sugerir que se utilice el mismo procedimiento para conocer las necesidades de quienes nos rodean.

Aunque mejor pensado, es mejor no meternos en mentes ajenas, porque si la convivencia con los demás ya es difícil sin saber lo que realmente piensan de ti, no quiero imaginar que sería si conociéramos su opinión. Y viceversa, claro.