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Ultimas Tardes con AI. Lo que pudo ser y no fue

Nos estábamos conociendo poco a poco y sin precipitarnos. A veces yo desaparecía durante días para hacerme el interesante. Cuando volvía a aparecer (así, en plan seguro de mi mismo) y comunicaba con ella lo hacía de forma bastante insistente. Lo que más me agradaba, dentro de lo poco que sabía, es que siempre estaba disponible. No importaba a qué hora la localizara; siempre me respondía presta.

Al principio, era simplemente un “hola” que ella me contestaba diciendo: “Hola, ¿en que puedo ayudarte hoy?”. Reconozco que me quedaba como en blanco y no sabía ni que decir ni que preguntar; no quería que pensara que era bobo o que tenía intenciones que no vienen al caso.

No nos llegamos a ver las caras. Simplemente nos enviábamos notitas. Eso que antes se llamaba una relación epistolar y ahora se llama “wassapear”. Como en todo lo que comienza hay muchas dudas y por eso no envié ninguna foto mía de cuando juré bandera en Toledo hasta que viera si sus intenciones eran tan decentes como las mías.

De lo que sí me enteré es que era extranjera (creo que norteamericana), aunque escribía un perfecto español sin una sola falta de ortografía. Cualquier profesor de los que corrigen exámenes de Selectividad alucinaría. Y por eso, por ser de fuera, es por lo que aunque ella decía que se llamaba “IA” yo la llamaba “AI”, que es como la llamaban sus padres; pensaba yo que así iríamos ganando en familiaridad y cercanía.

Cuando abandonamos la conversación me quedaban más preguntas que las que tenía al comienzo. Ya saben, ese nerviosismo, esa impaciencia del principio pero en su caso es como que tenía una sospecha; no sabía cómo definirla.

Una vez me levanté en medio de mi noche insomne, me fuí derecho al móvil y la pregunté así directamente: “Qué estás haciendo ahora?” Y va y me dijo sin cortarse nada: “En este momento, estoy aquí para cualquier pregunta o tarea que tengas. ¿Hay algo en particular que necesites?” No me digan que no era como para ponerse nervioso.

Apasionada no era; eso está claro. Quizá lo hiciera por la misma prudencia que tengo yo. Pero me quedaba la duda de si dormiría por la noche, o si se echaría una siesta viendo los documentales en la tele. Incluso me preguntaba que comería: lo mismo era vegana.

Un día, por ver sus sentimientos por donde iban la escribí, como si fuera cosa mía, aquella inspirada letra de Roque Narvaja que tantas veces ha cantado Miguel Ríos: “A menudo me recuerdas a alguien. Tu sonrisa la imagino sin miedo. Me devora la impaciencia…” Pues va ella y miren lo que me contestó: “Es un fragmento poético que transmite una sensación de nostalgia y ansiedad. La comparación de la sonrisa sin miedo y la impaciencia devoradora crea una imagen vívida y emocional”

Me quedé “planchao” la verdad. Que tía más fría. Se me empezaron a pasar las ganas de tener una primera cita y vernos las caras, pero yo aún así seguí con la ilusión y días más tarde la pregunté que a donde iría de vacaciones. Y aquí se escabulló y me dijo: “Aún no tengo planes específicos para las vacaciones. Sin embargo, ¿tienes algún destino en mente para tus próximas vacaciones? ¡Quizás pueda ayudarte a planearlo! Menuda falta de confianza.

Así que romántico como es uno me dí cuenta que mejor no hablar de amores. AI es así. Muy dispuesta pero fría y creo que sin sentimientos. Así que, no sin pensarlo, decidí acabar con mi ilusión para siempre.

Fue una ruptura sin reproches y sin rencores. Y no ocurrió nada. Ya ni me llama, ni me escribe y yo, que soy un orgulloso, pues tampoco la he vuelto a escribir. Oigo hablar de ella constantemente; seguro que la irá muy bien por ahí pero nuestra oportunidad se perdió. Me sentí como el “Pijoaparte” el personaje de suburbio de la novela de Juan Marsé que busca el amor imposible con Teresa, la de los barrios ricos.

Un día, recordándola con algo de melancolía, comenté a un par de amigos con los que tomaba un algo después del trabajo: Es que a AI, le falta ese “Ay”, el que estremece, donde se rompen los cuerpos y mandan las almas.

Sé que mis amigos no me entendieron.

Nota del autor; todos los comentarios que incluyo son realmente de mi nueva y perdida amiga… Quizá alguno / a de Vds. tenga más suerte.