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El no a todo

Un año más hemos asistido al Debate sobre el Estado de la Región y de nuevo hemos podido comprobar el alcance de la oposición obstruccionista del Partido Popular conquense. Lejos de admitir que la legislatura está siendo positiva para nuestra provincia en materia de empleo, servicios sociales, vivienda o desarrollo rural, entre otros avances, ha despreciado los anuncios y balances realizados por el presidente García-Page y ha cargado las tintas sobre asuntos como una supuesta pérdida de fondos europeos, los retrasos en el nuevo hospital o la autovía Cuenca-Albacete, que ellos mismos abandonaron y que recientemente consideraron menos necesaria que una autovía hacia Levante.  

Según van pasando los meses, vamos adquiriendo conciencia de que cualquier propuesta socialista, por positiva que sea, es mala para los populares, que continúan en su postura del no a todo e intentan desprestigiar las políticas desplegadas en Castilla-La Mancha a base de tergiversarlas mediante el recurso de emponzoñar la gestión aludiendo a polémicas de carácter nacional, como los supuestos casos de corrupción relacionados con el exministro Ábalos, la esposa de Pedro Sánchez o el fiscal general, García Ortíz. Como si en Génova no hubiera casos en los cajones y en las cárceles correligionarios políticos de Núñez Feijoo.

El hecho de que el PP y Vox asedien al presidente Sánchez y a su entorno familiar con una intensa judicialización de la actividad política y un constante descrédito de su persona y su labor al frente del Ejecutivo, con graves insultos incluidos, no debe motivar a que toda acción de gobierno en comunidades gobernadas por el PSOE quede empañada por asuntos que, en su día, serán juzgados en los tribunales.  La ciudadanía debe una vez más discernir sobre lo que realmente está sucediendo en el devenir socioeconómico de su territorio y no caer en las redes de la imagen apocalíptica nacional con la que la derecha pretende impregnar toda institución en la que desearía gobernar. En Castilla-La Mancha llevamos ya varios años de gobierno de Emiliano García-Page y podemos asegurar que la región no se ha roto, que las sensaciones son positivas en gran parte de los ámbitos de la sociedad y que han sido muchas las propuestas del presidente que no se han convertido en humo y que son ya una realidad palpable.  En nuestra provincia tenemos ejemplos muy claros de esto.

Una vez más los ciudadanos con dos dedos de frente, independientemente de su inclinación política, están sabiendo separar el grano de la paja y van conociendo cuándo una formación política está sobreactuando para tratar de desgastar a sus adversarios en el poder a base de acusarles de corrupción o de otros delitos sobre los que ni siquiera aportan pruebas, o se basan en artículos periodísticos de dudosa credibilidad. El “difama que algo queda” y el “y tú más” son vicios absolutamente vigentes estos días, como también son tristemente habituales algunas decisiones judiciales que retiran la venda de los ojos de la Justicia para que dirija su mirada lejos de la ecuanimidad y la imparcialidad que debería ser su divisa. Y luego se extrañan de la desafección de mucha gente hacia la política o la judicatura. Por eso, a la hora de analizar debates como el del Estado de la Región no es cuestión de que cada uno “arrime el ascua a su sardina ideológica, sino que cada cual debe analizar con la mente y no con el corazón cómo le está yendo realmente a la región en la que habita.