Somos comunidad
El 31 de mayo llega como lo hace cada año y, aunque éste lo afrontamos sumidos en el dolor por las personas que nos faltan, es el Día de Castilla-La Mancha, de una maravillosa tierra dibujada en el corazón de España, cuyo latido siente como propio, y de la que sentimos orgullo.
El Día de Castilla-La Mancha es, sobre todo, el día de sus gentes, de las mujeres y hombres que contribuyen con su esfuerzo cada día, y aún más durante la actual crisis sanitaria, a que esta tierra sea un lugar extraordinario. Por eso, porque el 31 de mayo es también tu día, no podemos dejar que pase sin más.
En él queremos tener aún más presentes a las personas que se ha llevado el virus; a sus familias, que han llorado sus pérdidas desde la distancia, y a quienes aún pelean contra la enfermedad. Porque no podemos olvidar que no hemos vencido al virus, que avanzar de fase no puede significar olvidar ni incumplir y que la precaución y la prevención son la mejor manera de reducir la incidencia de la enfermedad.
El Día de Castilla-La Mancha es también la ocasión perfecta para reconocer el trabajo infatigable de tantos hombres y mujeres de nuestra región que se han dejado la piel para que cada día de esta pandemia fuera un poco más esperanzador que el anterior. Creo que el conjunto de la sociedad tiene una deuda impagable con estas personas que, sin tener superpoderes, están salvando el mundo. Al agradecimiento a su labor añadamos el compromiso de prestigiar las profesiones que han resultado esenciales y de avanzar hacia un modelo que garantice la mejor sanidad pública y universal y en el que los cuidados se valoren y se visibilicen. Tengamos presentes a estos profesionales a los que hemos aplaudido desde los balcones cada vez que salgamos a la calle para que nuestros actos individuales no echen por tierra su enorme esfuerzo. Si estamos consiguiendo frenar la expansión de la epidemia asumiendo los sacrificios que autoridades y expertos nos han requerido, debemos mantener alta la guardia porque el peligro aún no ha desaparecido.
Me gustaría también que en el Día de Castilla-La Mancha tuviéramos en mente a las personas que están trabajando desde casa y, a la vez, cuidando a sus hijas e hijos y acompañando su proceso educativo. Una vez más, en su mayoría son mujeres que durante la pandemia están haciendo doble y triple jornada laboral sin salir de casa. Reflexionemos y actuemos desde el ámbito individual y colectivo, público y privado para que el virus no infecte la igualdad y para que las mujeres no vuelvan a ser las más damnificadas tras una crisis.
Con todos estos objetivos en el horizonte, por ellas y ellos, por ti, el Día de Castilla-La Mancha celebremos que somos comunidad. Que soportamos el aislamiento impuesto por la pandemia pensando en que así prestamos un servicio a la sociedad a la que pertenecemos, que respetamos las normas sanitarias porque cuidamos a las personas más vulnerables de nuestra comunidad, que tiramos de solidaridad en los momentos más duros para que a quien menos tiene no le falte lo básico. Esto que hemos visto en estos últimos meses es excepcional pero no único en los casi 40 años de trayectoria autonómica de esta región y es la consecuencia de sentirnos parte de un todo: de Castilla-La Mancha, de España, de Europa, de un mundo interconectado para los problemas y, sobre todo, para las soluciones.
Tenemos en esta comunidad tantos valores, tantos motivos de orgullo que debemos mirar al futuro con esperanza. Con el derecho a sentir tristeza, pero también confianza en nosotros mismos. Porque Castilla-La Mancha es una tierra inmensa, con una gente maravillosa, con un patrimonio ingente y que tiene mucho que ofrecer. Estoy convencido de que para avanzar hacia el futuro no va a faltar compromiso, apoyo y solidaridad. Espero que tampoco unidad, para poder llegar a la meta de la mano y acompañando el paso de quien avanza más lento.
Viva Castilla-La Mancha. Somos comunidad.