Sombras y umbrías

Quien a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija. Algún día la higuera de Miguel Hernández dará sombra en Cuenca; uno de sus esquejes ha sido plantado en el Museo de Paleontología. Porque hay buena sombra y mala sombra; la que te refresca y da aire, y la que te hiela y pierde. Al fin y al cabo, la cultura puede cultivarse y regarse con mimo, poco a poco, durante años y siglos; o puede derribarse en un segundo a mazazos. Quizás, de esa higuera, acaben brotando los versos en honor a los españoles, que fueron derribados de La Almudena.  Y es que eran premonitorios: «porque soy como el árbol talado, que retoño: porque aún tengo la vida».

Yo quiero estar a la sombra de esa higuera buena, aunque siempre habrá quien prefiera la de un buen banco. Y es que hasta los buenos adjetivos dan sombras diferentes.  Porque una buena higuera es aquella que nos cobija; y un buen banco, aquel que gana más y más dinero aunque para ello nos deje a la intemperie.  El Banco Santander ganó el año pasado más de once mil millones, el BBVA más de ocho mil millones.   El presupuesto de España en defensa para ese mismo año, sin programas especiales de modernización, era de algo más de siete mil millones; y el del Ministerio de Justicia, de algo más de dos mil.   Casi la mitad de los españoles votaron que los bancos no deben pagar impuestos.  Elegimos la sombra que queremos pero la elegimos para todos.