Retrasos
El AVE llegó a nuestra ciudad despacio; después de muchos años de manifestaciones reclamando el AVE por Cuenca. Aquello no empezó a andar hasta que las últimas hojas del Majestic cayeron. Eran muchos los que pensaban que transformaría la ciudad como lo había hecho con Ciudad Real. Íbamos a pasar del tren de gasoil a la alta velocidad. Las hordas de madrileños nos invadirían con regocijo y qué decir de Tarancón: seguro que harían lanzaderas y el pueblo del estanquero se convertiría en el próximo barrio de la capi. La polémica no tardó en llegar —como siempre, la ubicación de la estación— y las lanzaderas nunca llegaron. Luego nos dimos cuenta de que ese tren era un auténtico lujo no apto para todos los días o todos los bolsillos. Imagino que aquello era insostenible, así que, poco a poco, se fue intentando hacer más accesible a todo el mundo; el servicio y el negocio. Y así es como, en menos de quince años, se ha convertido un servicio de lujo, en un servicio low cost, aunque el precio no se ha devaluado tanto. Las líneas Madrid-Levante, de un tiempo a esta parte, son un auténtico caos. Que el billete haya sido barato, no implica que no se dé el servicio indicado. La solución no puede ser aumentar los tiempos del compromiso de puntualidad como apoyó el ministro, ni un rondo cruiffista entre Renfe, Adif y Talgo. Pero imagino que aquí no hay muchos votos ni banderas.