Lo que Europa no ve
Me ocurre en ocasiones que pido ayuda a mis hijos porque no encuentro eso que “debería estar ahí”. Y hasta les pregunto que “donde lo habeis puesto”. Respuesta: “lo tienes ahí delante”. Cierto: dolorosamente cierto. Es curioso cómo no vemos lo que tenemos a escasos centímetros de distancia.
Pues con las recientes elecciones en Estados Unidos algo parecido: lo tenemos delante pero muchos no lo quieren ver. Por muy “wokista” de salón que pueda ser alguien el candidato ganador lo ha sido porque ha tenido más votos (es decir, gente que le ha votado). Con su mal perder se les pone cara de suficiencia y hasta un breve arranque verbal, venido de la autoridad moral que creen tener, para dejar caer algo relativo a la calidad del voto de unos con respecto a otros. Como solo es una especie de ironía te haces como que no te has enterado y no se les contesta.
Tampoco se quiere entender que este señor lo que dice y repite es que él es presidente de Estados Unidos (de América), no de Burundi o de Bulgaria y que se debe a quien le paga el sueldo. Y por eso, promete poner a su país por delante de otros intereses.
Defender a su país consiste, por ejemplo, en hablar de Europa en términos de “esos países tan pequeñitos y tan juntitos” y que no quiere seguir con una actitud de tener que comprarnos de todo o favorecer los tratos porque sí. Al contrario, quiere establecer aranceles para favorecer a las industrias de SU país y eso genere más trabajo y riqueza (para ellos).
Por otro lado, tampoco queremos ver que ellos (los americanos) no son como nosotros pero al otro lado del charco. Es una sociedad que sigue siendo nueva en muchos aspectos (por tanto, los ciudadanos tienen menos derechos adquiridos). Hay muchas historias de pasado reciente y hasta de presente en las que ellos llegaron y prosperaron no esperando nada del estado, salvo el Estado de Derecho (que no es poca cosa). Solo querían trabajar y salir adelante. La subvención, como forma de vida, no se entiende ni se espera tan fácilmente como en otros sitios.
Por supuesto, hay una parte del país que tiene gran altavoz y que suele estar cercana a las dos costas del país y al mundo del entretenimiento. Hacen mucho ruido, tienen gran visibilidad y parece (pero solo parece) que dominan la opinión pública, pero ha quedado claro que no es así.
Las cosas que dice este señor Trump (y que se atreve a decir) son tremendas y muchas de ellas no son sino estrategias o tácticas de negociador (no deja de ser un empresario triunfador) lanzando órdagos para ver que le llega de vuelta y así poder saber cual es realmente su zona de juego. Demasiado para una vieja Europa con políticos que no demuestran agilidad.
A veces, la regla de la irracionalidad (es decir, a tomar por saco todo) es la mejor forma de llevar las cosas a un punto de cordura. La Europa de hoy no sabe nada de esas astucias.
Trump ha ganado porque muchos millones le han entendido. Les habla de su pueblo, de su trabajo, de sus ahorros y de su casa. El mundo woke con su lenguaje sostenible de palabras recién inventadas no significan nada para demasiada gente. Pasan los años cuando lo woke gobierna y no ocurre nada que mejore la vida del americano medio.
Aquí en Europa seguimos pensado y decidiendo sobre Agendas para dentro de unos años las cuales son imposibles de conseguir y que nos hacen cada vez menos y menos competitivos. Las industrias están cerrando (como ocurre con los automóviles) o se van a lugares baratos a producir.
Antes de dedicarle tantos tópicos al señor Trump habría que reflexionar que es lo que está pasando y que está haciendo Europa. Al paso que vamos nos vamos a quedar como meros chóferes de autobuses o guías para llevar a guiris a ver castillos y museos.