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Prevenir mejor que curar

Los expertos en protección del medio ambiente afirman que los incendios se apagan en invierno.  Aluden a los trabajos preventivos que deben realizarse prácticamente durante todo el año para eliminar en montes y bosques los rastrojales secos y todo tipo de biomasa que pueda servir de combustible en caso de incendios forestales.  Cierto es que en nuestra provincia las brigadas forestales trabajan duro en este sentido, pero la enorme superficie que ocupa el arbolado conquense hace imposible que puedan llegar a todos los rincones. Además, ni ellos ni nadie, pueden prever dónde caerán los rayos en las cada vez más violentas tormentas que el cambio climático suele traer en estas fechas.  Las anómalamente altas temperaturas también contribuyen a elevar los riesgos de que el fuego se propague en nuestros espacios naturales.

Todas estas variables las hemos estado comprobando estos últimos días del mes de julio y los primeros de agosto, cuando en una sola jornada se habían detectado hasta seis incendios forestales en diferentes puntos de la provincia. Uno de ellos, el de Valverdejo, ha calcinado más de 2.200 hectáreas y amenazaba con arrasar más bosque porque los termómetros se mantenían cerca de los 40 grados y el viento alcanzaba rachas intensas. Afortunadamente se controló sin mayores daños gracias a la impagable labor de los servicios de extinción y a la mejora de las condiciones meteorológicas. No obstante, las condiciones no son las idóneas para bajar la guardia contra el fuego. El fuerte calor ha secado todavía más lo que ya estaba seco, el peligro es palpable y el medio natural es especialmente vulnerable. Cualquier descuido, ya sea en labores agrícolas o en tiempos de ocio, puede provocar una tragedia medioambiental y también pérdidas materiales y humanas que nadie puede ni debe asumir.  No se lo pongamos fácil al fuego y extrememos las precauciones, porque sencillas actitudes que mantenemos en épocas no estivales en verano pueden resultar muy destructivas e incluso letales para personas y fauna.   

Tengamos la fiesta en paz.... y nunca mejor dicho ahora que en muchos lugares de la geografía española se celebran intensamente festejos al albur de las vacaciones que muchos ya disfrutan y otros envidiamos sanamente. A las prevenciones contra el fuego, la mala alimentación y las zambullidas alocadas sumemos también las que durante todo el año estamos obligados a mantener en las carreteras, porque es tiempo de relax y de incrementos de circulación en vías secundarias de pueblo a pueblo. Recordemos que, aunque conozcamos la ruta, los imprevistos existen y en cualquier curva pueden surgir vehículos con usuarios incumplidores o cargados de alcohol, firmes en mal estado o fauna salvaje que puede aguarnos el merecido descanso vacacional y atraer consecuencias fatales. Grabemos en la memoria que es mejor perder un minuto en la vida que la vida en un segundo. Así, todos tendremos el placer de vernos de nuevo a la vuelta.