Pilar
Fue una mujer de armas tomar. Tanto en su faceta interpretativa escénica –de su relación con los míticos Goliardos a los Cómicos del Carro– como en su prolongada labor como magnífica artesana encuadernadora incluida su peleona etapa al frente de la Asociación de Artesanos Conquenses y su decisivo papel en la creación e instalación del Centro de Artesanía que funcionó en la entonces recién restaurada Iglesia de Santa Cruz hoy espacio expositivo en nuestra capital de la Colección Roberto Polo, o en su participación en jornadas y talleres, la figura de Pilar Martínez se encuadraba a la perfección en el significado de esa expresión que acabo de usar y que se utiliza para referirse a alguien que no se deja atropellar y está dispuesto a luchar o a enfrentarse a una situación de manera totalmente valiente y decidida o, como dice exactamente el diccionario de la Real Academia, “que muestra bríos y resolución para acometer empresas arriesgadas”. Y es que Pilar –nuestra paisana Pilar Martínez que hace tan poco, hoy viernes hace tan sólo una semana, nos daba su definitivo adiós– iba siempre y en cualquier ocasión, tanto en sus actuaciones digamos profesionales como en su propia vida, a por todas, fuera aquí, por estos nuestros conquenses lares, o en esas sus estancias en tierras galas o italianas por donde otrora también había andado. Únanle una arrolladora simpatía personal, un afán de vivir y un desenfadado sentido del humor que, cual ocurre cuando en verdad lo es, empezaba por aplicárselo a sí misma, y que, genio y figura, mantuvo hasta el final incluida la dura última etapa de declive de sus condiciones de salud, y comprenderán que cuantos –muchos en verdad y por fortuna– tuvimos la oportunidad de disfrutar de su siempre vivaz, resuelto y brioso, sin miramientos ni miedo a los prejuicios y las conveniencias sociales, por aquí estoy y ando, guardaremos para siempre el recuerdo del rompe y rasga de su arrollador ímpetu, incluido el que asimismo podía ostentar cuando te llevaba, siempre vibrante y, qué demonios, un algo, en ocasiones, también terca, la contraria. Gracias, Pilar, por los buenos ratos que contigo pasamos, que nos hiciste pasar, y por tanto entusiasmo como transmitías; por ti hemos brindado estos días y por ti, seguro, seguiremos brindando, al hilo del poso en nuestra memoria de tu paso por nuestra vida.