La penúltima de Putin

Las acciones megalómanas del zar ruso no cesan y no me refiero a las bélicas, cuyos resultados son que más de 7.000 civiles han muerto y otros 5.500 han resultado heridos desde el inicio de la invasión a Ucrania, según datos de su Ministerio del Interior ucraniano, sino a las de abastecimientos tan necesarios como el suministro de gas, ya que Gazprom ha suspendido este viernes el funcionamiento del principal gasoducto que nutre de gas a Europa, aduciendo que han detectado una fuga de aceite, lo que aconseja el cese inmediato de las hostilidades. Perdón, me ha jugado una mala pasada el subconsciente, ya que quería escribir “cese del suministro”.

Esta excusa de la fuga, es otro de los cuentos chinos (lo digo por la colaboración de los asiáticos) que nos están contando desde el Kremlin, porque la empresa energética alemana Siemens Energy ha rechazado que una fuga de aceite como la que el consorcio estatal ruso Gazprom dice haber detectado en una estación compresora del gasoducto Nord Stream 1 sea motivo para suspender el flujo de gas.

Pero hay otra razón menos científica quizá, pero mucho más como es que la evidencia constatada de que en Rusia no existen las fugas de ningún tipo, porque antes de que se produzcan, se eligen salidas más al uso por aquellas tierras como tirarse por la ventana de los hospitales o quitarse de en medio ofreciéndose como sacrificios a los dioses putinianos (con perdón).

El último (que se sepa) en perder la vida ha sido Ravil Maganoc, el jefe de la junta directiva de la petrolera rusa Lukoil, al “caer” desde un sexto piso en el Hospital Clínico Central de Moscú, que se suma, en lo que va de año, a otros empresarios de nacionalidad rusa que, otra casualidad, pertenecían también al sector energético, dándose otra coincidencia, asimismo casual, de que todos habían sido críticos con la invasión de Ucrania.

Aunque, a decir verdad, lo que más llama la atención es que, con independencia de la motivación y de la forma de abandonar este mundo cruel que haya elegido cada uno, es que toda decisión de este tipo ha sido, por supuesto, voluntaria. Lo ha publicado Pravda (La verdad, en ruso), y no hay motivos objetivos para creer que no ha sido así.

En momentos como éste, no saben cuánto echo de menos los emoticonos del WhatsApp. No sé si me explico.