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Eduardo Soto
18/01/2025

Optimismo divergente

Claro que el hecho de que una buena parte de los norteamericanos haya elegido a un presidente que niega el cambio climático, la eficacia de las vacunas, que apoya el genocidio en Gaza, objeta la necesidad del Tribunal Penal Internacional y critica abiertamente a la ONU nos pone en una tesitura (que diría mi madre) un tanto delicada. No obstante, hay algunos motivos para pensar que el mundo no tiene porqué tomar esos derroteros negacionistas en los que se resucita la guerra fría, se repiten las jugarretas imperialistas y en el que las democracias debilitadas y acojonadas languidecen ante el empuje digital de la derecha internacionalizada. Mi gato me mira escribir esto y se va al otro lado de la casa. El pobre no sabe de la fuerza seminal y tenaz de las ideas y, como a tantos, el mainstream le arrolla. Apliquemos pensamiento divergente.

Trump no cree que los incendios de LA sean consecuencia del cambio climático sin embargo parece convencido de que el progresivo derretimiento de sus hielos hará de Groenlandia un nuevo paraíso para la minería y un cómodo acceso a las rutas comerciales árticas. Tanto que, o se la venden (barata), o la conquista. De paso se quiere anexionar Canadá. Si los canadienses se dejan es muy posible que luego quiera también convertir México en otro de sus estados, así podría detener la inmigración ilegal y controlar el comercio de fentanilo. Bien mirado, América del Norte unida nos acercaría más a un mundo mundial y, cuando las elecciones cambien el signo político, tendremos algo avanzado sobre cómo gestionar la gobernanza de todo el planeta.

Las renovables suministraron en 2024 el 71% del consumo eléctrico en Portugal (y el 56% en España). Hay expertos que opinan que la mitad de la energía mundial provendrá de energía solar en 2035. Su coste sigue disminuyendo un 10 % anual y crece a un ritmo del 25 % anual. Sí, el hecho de que la energía solar sea más barata que ninguna otra ha impulsado una investigación que cada vez la hace más eficiente y más rápida de implementar (como sucedió con los ordenadores y luego con los móviles). Las inversiones en generación de energía renovable, la producción de hidrógeno verde y la captura y almacenamiento de carbono, alcanzarán los 670.000 millones de dólares en 2025, superando las que se realizarán en petróleo y gas. Y eso significa lo que ya dije en otra ocasión: la energía nuclear no tiene futuro y el petróleo se quedará con el culo al aire en 2031, dentro de seis años. Consecuentemente, el poderío del petrodólar pende de un hilo. Es normal que se pongan nerviosos. Lo anormal es que echen gasolina al fuego en vez de, por ejemplo, promover la movilidad eléctrica.

El mundo está cambiando de energía a toda ostia, a pesar de que a ti no te gusten los campos de paneles solares en la mancha y prefieras que deforesten las selvas del Amazonas o del Congo para extraer el último petróleo del planeta para alimentar tu buga. China está decelerando su consumo de gasolina al mismo tiempo que se ha convertido en el principal productor y exportador de vehículos eléctricos del mundo. Los científicos chinos están además empeñados en construir una enorme central solar de un kilómetro de ancho en el espacio. Esta planta solar, invisible a través de la ventanilla de tu coche (pero que probablemente dé una sombra del carajo), enviará energía a la Tierra a través de microondas: la de un año equivaldrá a la cantidad total de petróleo que se puede extraer de la Tierra. Bueno, quizá no sea para tanto, pero da una idea sugerente de cuántas cosas pueden ser sustancialmente diferentes en poco tiempo.

El intento de Trump de mantener a flote su industria petrolera y de automoción puede que le haga quedarse atrás en los signos de los tiempos, como ya le pasó a China en el XIX. Y si la economía no le funciona, puede que los aranceles que supuestamente harán de América más grande (y más pequeños a todos los demás) la hagan más deficitaria y más aislada (como le ha pasado a Gran Bretaña). Entonces, sus grandes bravuconadas y sus descaradas mentiras puede que le dejen desnudo ante su público y sus donantes. Puede también que, durante un tiempo, los orgunecios, todavía hundidos en el fango, sigan creyendo las mentiras, pero es casi seguro que irán menos a votarle. Los afectados por el trauma climático, que han perdido sus casas y sus seres queridos en las inundaciones y en los incendios, se lo pensarán dos veces.

Podemos, en fin, caer en el pesimismo o, con calma, respirando como los que corren una maratón, mantener la cabeza fresca, no fría, y seguir cultivando las ideas que siempre nos han llevado hacia adelante: ciencia, investigación, comunicación, solidaridad, cooperación, diálogo, paz. Dejemos de mirar al ojo de sauron y su falacia de la ley del más fuerte. No perdamos el hábito de pensar, de informarnos, de hacer planes óptimos.  El mejor modo de predecir el futuro es participando en su construcción, no paralizado mirando cómo lo destruyen. Los hombres superficiales creen en la suerte y las circunstancias; los fuertes creen en las causas y sus efectos: la frase es de Henry Ford, el hombre que en quince años retiró el caballo de las calles y lo sustituyó por un utilitario.