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Misión imposible

Junto a los eventos organizados directamente por las administraciones públicas buena parte de los que integran a lo largo del año la agenda cultural de Cuenca son llevados a cabo por los distintos colectivos, asociaciones y entidades sin ánimo de lucro existentes en la capital o en la provincia.

Con una economía más que ajustada, por no decir que casi rayando, muchas de ellas, sea cual sea su clase o tipo, en la indigencia, dependen inevitablemente para la realización de la mayor parte de sus actividades de las ayudas y subvenciones públicas, unas ayudas y subvenciones, la verdad, nada, por lo general, espléndidas.

Acostumbradas la mayoría de ellas a malvivir –salvo alguna, alegrémonos de ello, afortunada excepción por un número de integrantes que le permite sobrevivir gracias a sus aportaciones– gestionando unas economías no ya rácanas sino rascando en la miseria, tienen además, para más inri que decían nuestros mayores, otro problema añadido: tras constatar cómo por lo general las cantidades finalmente concedidas mediante un aporte documental nada simple ni sencillo de tramitar distan bastante de las ya con toda la contención del mundo solicitadas, bien saben que eso no significa que  vayan a poder disponer del dinero para hacer frente en su momento a los gastos de las actividades que organicen sino que serán ellas, las asociaciones y entidades sin ánimo d lucro, quienes, de sus magros fondos o de la desinteresada y un tanto suicida aportación personal de algunos de sus miembros, habrán de adelantar los dineros para pagar las facturas de la gestión o de los medios a emplear para su realización a la espera de que, tras la más exhaustiva justificación no sólo de las facturas sino de sus al céntimo ajustados justificantes de pago –es decir, tras haber adelantado el pago de todos los gastos realizados y haberlos documentado con todas las de la ley– las administraciones, comprobado minuciosamente lo presentado, dictaminen la entrega de la ayuda o subvención concedida en bastantes ocasiones tras nada cortos periodos de tiempo, o séase, ya sabe usted: solicite, arriésguese a montar lo que sea en ocasiones incluso antes de saber de qué cantidades acabará disponiendo, pague sus costos de su bolsillo, justifíquelo todo y ya le pagaremos un día de éstos…

Ya me dirán si programar actividades en estas condiciones no viene a devenir casi en una misión imposible que ni las de Tom Cruise. Siendo consciente de que no es problema privativo, quede claro, ni de nuestra provincia ni de nuestra Comunidad sino que se debe a normativas aplicables en el propio ámbito estatal, uno se pregunta si no se podrían articular soluciones más flexibles que no llevaran en ocasiones a casi a la desesperación y, desde luego, de tanto en tanto, inevitablemente a la desesperanza a cuantos, especialmente en ámbitos poblacionales que tantas veces tampoco se pirran  muy mucho por la cultura, pelean por que sin embargo ésta, la cultura,  siga braceando aunque sea a contracorriente, para cumplir su papel de fermento de una sociedad mejor, más libre y más democrática.