Más despoblación

Si conoces el medio rural de la provincia de Cuenca o lo frecuentas, aunque sea sin demasiada asiduidad, te darás cuenta de que la provincia se hunde por momentos; de que, en no demasiado tiempo, quizás seamos ruinas o escombros de lo que fuimos.   Las casas se cierran y raramente vuelven a abrirse.  Eternas e infructuosas herencias hacen que se marchiten hasta acabar como ruina primero, y solar o parque para nadie después.  No hace falta consultar el INE o maquillar la situación de la gran mayoría de los pueblos con la estadística provincial.   Y eso no se arregla solo con tractores.  Aunque, cuando asomen los tractores, se anuncien primicias mundiales en la Ley contra la Despoblación.  No hay que parar coches en las vías que nos atraviesan el corazón; hay que hacer que se bajen del coche, que seamos el destino y no, el trayecto.  La despoblación no es un problema de Cuenca ni de Soria ni de Teruel; es un problema de España, pero del que partes de España se benefician.  Mientras no se le dé al problema un enfoque nacional, con medidas nacionales por encima y en contra de la voluntad de algunas comunidades –me estoy refiriendo especialmente a Madrid– todo dará igual.   Esta semana se anuncia que seguramente los lobos vuelvan al parque de El Hosquillo.  Viendo lo visto quizás acabemos como tierra de paso, placas solares, basureros de todo tipo y lobos; si es que los lobos consienten vivir así.