Una libertad más que necesaria
Desde que en 1993 la Asamblea General de las Naciones Unidas, siguiendo la recomendación de la Conferencia General de la UNESCO, así lo proclamara, cada 3 de mayo se celebra el Día Mundial de la Libertad de Prensa, una fecha escogida para que coincidiera con el aniversario de la llamada Declaración de Windhoek en la que representantes de medios de comunicación africanos que participaban en la capital de Namibia en un seminario organizado precisamente por la citada organización de las Naciones Unidas elaboraron un documento donde se recogían los principios de esa libertad de prensa. Una libertad que sigue siendo de fundamental relevancia para la existencia de una sociedad libre y democrática porque es un pilar básico del derecho a la información de sus ciudadanos, un derecho que tiene al periodismo como parte esencial de la información. Una información considerada como un bien público por más que en estos momentos su ejercicio ande un tanto en la cuerda floja en la opinión pública de este nuestro país en el que sin embargo, al igual que en el resto del mundo, y pese a la innegable existencia de la desinformación y las informaciones falsas tan por desgracia intensamente presentes especialmente en el caótico ecosistema digital en el que braceamos, y precisamente por ello, por esa amenaza, ha de ser una información nacida de la responsabilidad de unos medios de comunicación independientes, libres y veraces; una libertad de información que aunando el derecho de los ciudadanos a estar informados con el derecho de los profesionales a informar libremente resulta fundamental para la conformación de una opinión pública plural y que contribuya a la consecución de la transparencia en la actuación de los poderes públicos; una libertad de información reconocida en nuestra Constitución y en la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea, cuyo ejercicio ni ha sido, ni está siendo, ni será nunca fácil, al que quizá le vendría bien –crucen los dedos– esas directrices para la gobernanza de las plataformas digitales que la UNESCO lanzó en noviembre del pasado 2023 con, precisamente, el objetivo de hacer frente a esa inundación de desinformación que desde ese ecosistema digital –en el que, ojo, también se desarrolla una información veraz y honesta, no amalgamemos justos con pecadores– tan directamente nos amenaza, cuidando siempre, eso sí, de conseguir el siempre difícil equilibrio entre la libertad de expresión y el respeto a la verdad y los derechos humanos; un equilibrio que ahora mismo parecería todavía más arduo de alcanzar pero por el que resulta absolutamente necesario luchar. Y dicho lo dicho y al hilo de ello déjenme que finalice esta mi disquisición felicitando a la Asociación de la Prensa de Cuenca que hoy, precisamente en el Día de la conmemoración de esa Libertad de Prensa, va a entregar sus galardones a los mejores trabajos periodísticos del año y a la labor de los más noveles de entre sus ejecutantes; una asociación que es el portavoz de las compañeras y compañeros que en nuestro más cercano ámbito, el pequeño ámbito de lo local, desde el tan limitado y difícil campo de actuación de la prensa y de los medios informativos locales impresos, audiovisuales o digitales ahí están, día a día, empeñados en un esfuerzo de tenacidad profesional que nunca les agradeceremos bastante.