Humedales
Uno de los principales indicadores del buen estado de un ecosistema es la salud de los humedales que contiene. Un territorio en el que existan abundantes láminas superficiales de agua independientes de los ríos es afortunado porque puede sostener una biodiversidad que es fundamental para reducir los efectos negativos del cambio climático. Un complejo lagunar, temporal o no, además de albergar una más que notable población de avifauna e insectos en un ecosistema estable y beneficioso, puede contener gran variedad de especies vegetales cuyo ciclo vital contribuye de forma decisiva a absorber carbono de la atmósfera y evitar que fomente el temible efecto invernadero. La presencia de agua en superficie es además garantía de suministro en caso de extrema necesidad y mejora el paisaje.
Los científicos han comprobado hasta la saciedad que los humedales son indispensables para la vida de muchas especies, tanto migratorias como residentes, y que es necesario protegerlos porque de ello dependen muchas variables encaminadas a sostener un medio ambiente ya muy deteriorado por las sequías prolongadas, la erosión, el descenso de los niveles freáticos o las precipitaciones descontroladas, que desgraciadamente cada vez son más frecuentes. Tan perjudicial es la falta de agua como su exceso extremo y en este sentido la acción humana debe paliar en la medida de lo posible el deterioro de estos valiosos espacios naturales. Cada gramo de carbono que se absorbe de la atmósfera es importante y las lagunas pueden ser capaces de atrapar grandes cantidades gracias a la fotosíntesis de su biomasa vegetal y a la composición de sus suelos.
Nuestra provincia mantiene algunos de estos tesoros naturales, a pesar de que el calentamiento global y la sequía están perjudicando su supervivencia. La escasez de agua reduce el atractivo de estos entornos para las aves migratorias, que en muchos casos pasan de largo en busca de lugares con mejores condiciones. Ello rompe la cadena trófica, desequilibra los ecosistemas y los valores naturales de estos humedales van cayendo como piezas de dominó. Si a ello añadimos una acción humana negativa, la ecuación se resuelve a favor de la incapacidad de absorber carbono. Por eso son tan importantes, por ejemplo, los esfuerzos que el Proyecto Life Laguna de El Hito está desarrollando en la emblemática laguna salobre manchega, donde desde hace algunos años se desarrollan acciones para devolver el humedal a su estado original, un esfuerzo que va a tener continuidad en otras lagunas de la provincia. Cierto es que este humedal es de tipo endorréico, como el del Taray o Manjavacas, y depende de la lluvia para mantener sus niveles de agua, pero no es menos cierto que debe mantenerse en lo posible su ecosistema aunque esté seco, porque puede volver a llenarse y recuperar su biodiversidad. El pasado domingo se celebró el Día Mundial de los Humedales, en el que pudimos conocer que las últimas lluvias han aliviado un poco nuestras lagunas y que vuelven a verse aves migratorias en sus entornos. Bienvenidas sean y deseémosles una feliz estancia porque su bienestar también contribuye al nuestro.