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Grandes proyectos empresariales

Todo gran proyecto requiere un largo proceso de materialización hasta que comience a funcionar. Y más si los promotores pertenecen a una empresa que tiene 340 filiales en 30 países y emplea a más de 200 mil trabajadores en todo el mundo.  Resulta pues evidente que una firma como Sumitomo quiera ubicarse en Cuenca, en las antiguas dependencias de Siemens Gamesa sin prisas y con todas las seguridades que requiere una actividad como la suya. Esta multinacional japonesa no va a vender melones, sino que va a fabricar equipamiento delicado de alta tensión vital para la electrificación de los vehículos. No debería pues extrañarnos de que el inicio de la producción se alargue en la agenda, porque los japoneses no se caracterizan precisamente por precipitarse a la hora de poner en marcha aquello que emprenden. El reciente anuncio de que la factoría estará en marcha el 30 de octubre pone fin a las especulaciones de muchos agoreros y da al traste con quienes sostienen que la ciudad se está convirtiendo en un erial industrial, porque no es cierto.

Desde que se empezó a conocer el proyecto, han sido múltiples los ataques y las críticas hacia una iniciativa empresarial de gran calado de la que apenas se tenía conocimiento. No fueron pocos los que desde la oposición política pusieron en duda la veracidad de las informaciones que aludían a la llegada de una gran empresa a la capital, que crearía cientos de puestos de trabajo y pondría a Cuenca entre las provincias punteras en avances tecnológicos destinados a la automoción eléctrica.   Se tildó a los responsables de las instituciones locales, provinciales y autonómicas de vender humo para conseguir votos, incluso se llegó a cuestionar la concesión de la licencia de obras a la firma japonesa. 

Dígannos ustedes si son de recibo las críticas gratuitas cuando se trata de un proyecto que traerá grandes inversiones, cientos de empleos cualificados al municipio y ejecutará procesos productivos de última generación.  La política no sólo hace extraños compañeros de cama, sino que también nos permite escuchar verdaderas memeces que deberían pasar factura a sus autores.

No hace falta ser un especialista para entender que proyectos como Sumitomo y otros de la talla del complejo de Toro Verde o del Parque Científico y Tecnológico, por mencionar algunos, van a generar un caldo de cultivo empresarial muy rico para el desarrollo de otras actividades afines o complementarias. En la última época se ha acuñado el término “sinergia”, que resume muy bien la idea final que pretendemos defender.  Y no es otra que el convencimiento de que la confrontación política no debe empañar la percepción de la realidad ni propagar visiones derrotistas sin base real con el fin de debilitar al adversario. De la misma manera que no hay que vender la piel del oso antes de cazarlo, tampoco podemos dar por muerto un proyecto empresarial por el hecho de que tarde en ponerse en marcha.