Feliz Navidad
Esta semana he oído a un político decir que quiere que España se parezca a Madrid. Es una de esas frases sin fuste a las que nos tienen acostumbrados los políticos pero que, desde el subconsciente y el libre flujo de conciencia, pueden arañar el alma.
Y entonces, respirando por la herida, yo me doy cuenta de que no quiero que España se parezca a Madrid; quiero que Madrid sea España. Y es que, sucede que en cada viaje que hago a Madrid veo más multinacional y menos castizo, más foráneo y menos español. Y me fijo en la Navidad y me doy cuenta de que Madrid, quizás, solo sea la punta de lanza. Papás Noeles, árboles de Navidad, muérdago, mercadillos navideños… y, justo cuando me pregunto qué queda de nuestra Navidad tradicional, suena un villancico.
Y no es Mariah Carey ni Bing Crosby ni Carol Richards. Es uno de los nuestros; es David Bisbal. ¿Pero qué es eso que canta? No quiero escucharlo, eso no parece ni un villancico, pero a la segunda vez que lo escucho ya no puedo quitármelo de la cabeza. Evidentemente, eso no es español; es venezolano. Y entonces lo entiendo todo. Seguro que se trata de una conspiración comunista orquestada por Maduro.
Estoy seguro de que, si lo escuchas tres veces, te conviertes en comunista; yo lo he escuchado solo dos veces y ya tengo unas ganas locas de compartirlo todo, de defender los derechos sociales, de luchar por la igualdad, de darle una hostia a Errejón… ¿Y si esto no es comunismo; sino espíritu navideño? ¿Y si ahora resulta que el espíritu navideño es trotskista? Dejémoslo. Felices fiestas y leña a la zambomba.