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Feliz aniversario

Nos hemos acostumbrado tanto a tenerla ahí, tan a mano, que casi nos parece que hubiera existido desde siempre pero no, fue hace veinticinco años –que desde luego no son pocos, un cuarto de siglo, qué caramba– que abría sus puertas en nuestra capital provincial la Fundación Antonio Pérez en oportuna, feliz y fecunda continuación complementaria del enganche con el arte contemporáneo que treinta y dos antes había supuesto para la ciudad la inauguración del zobeliano Museo de las Casas Colgadas. Es un acontecimiento que la institución se apresta a conmemorar este próximo lunes, en el aniversario justo del día de su echar a andar, con un acto en el que la apertura de una nueva sala permanente –dedicada a Ruedo Ibérico, la mítica editorial fundada en 1961 en París por refugiados españoles en la que precisamente trabajara en su día el propio atesorador de la colección que propiciara la existencia de la entidad– se acompañará de la música con el recital de violín y piano que bajo el título de “Jubileo Picasso” ofertarán Miguel Borrego y Carlos Apellániz en un ejemplo, una prueba más, de ese abrirse desde su multiforme propuesta plástica a otras manifestaciones artísticas y expresivas que sus actuales gestores vienen especialmente promoviendo y que por ejemplo y tendrá inmediata continuidad el mismo inmediato martes día 2 con la presentación pública en sus dependencias del antiguo Convento de las Carmelitas –tan por cierto cómplices sus arquitectónicos vericuetos de la pluralidad formal de lo en ellas exhibido–   de los últimos títulos de la colección de plaquettes poéticas ilustradas “El gato callado” que, ideada por Segundo Santos, Perico Simón y José Luis Jover, ha venido poniendo en juego Ediciones La Zúa. Feliz pues cumpleaños, feliz aniversario a la Fundación, a quien –Antonio Pérez, ese seguntino para quien el arte fue siempre otra forma, la suya, desde luego, de vivir– con la aportación de su colección personal propició su puesta en marcha y le dio nombre, a su sostenedora, la Diputación Provincial –con, por supuesto, el agradecido recuerdo a quienes en su momento la gestionaban y bien listos anduvieron a la hora de recoger el ofrecimiento y el reconocimiento a quienes ahora mismo desde ella persisten en su mantenimiento–, a sus hoy gestores directos y a todos cuantos en ella trabajaron y trabajan, en una trayectoria que la llevó y la sigue llevando a ampliar su presencia en nuevas sedes –en San Clemente, en Huete, en Sigüenza, a lo que parece bien pronto en Tarancón– y a ese señalado estar abierta a colaborar con las propuestas e iniciativas culturales surgidas de otras instituciones o colectivos. Lo dicho: feliz aniversario y a por los siguientes veinticinco.