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Espléndida aportación

Cuenca, Ciudad para la Música fue un eslogan nacido hace ya treinta y seis años cuando, al hilo de una historia en la que a la anual mantenida presencia en la oferta cultural de nuestra capital de la Semana de Música Religiosa se habían ido sumando  otra buena serie de actividades musicales llevadas a cabo en ella –Semana Internacional de Piano, Encuentros Nacionales de Polifonía, Sesiones de Ópera de Cámara…– se andaban gestando proyectos de futuro tan atractivos como el establecimiento en ella de la JONDE, la Joven Orquesta Nacional de España o la construcción del Teatro Auditorio, si el primero finalmente frustrado, el segundo vuelto, por fortuna, esa gozosa realidad de la que hace nada celebrábamos sus treinta años de existencia. En tiempos en que tantos empeños no llegan a buen puerto, esa ligazón de la ciudad con el arte musical, congratulémonos de ello, ha persistido hasta hoy. Por ejemplo, si casi bajo ese mismo lema al que acabo de aludir levemente modificado con el mínimo cambio de la sustitución de una preposición por otra –“Cuenca ciudad de Música– la agenda del pasado agosto incluía la tercera edición de la Muestra Internacional de Canto Lírico XXI organizada por QNK.OPERA (Ópera de Cámara de Cuenca), estos recién pasados 10, 11, 12 y 13 de este mismo mes la Catedral retomaba su Ciclo de Música de Cámara –una cita que echaba a andar en 2011 en colaboración con la iniciativa británica de los británicos John y Helen Whibley “Holidays with Music”– con los cinco conciertos llevados a cabo en escenarios tan bellos como los de su Sala Capitular, el Tesoro, la Biblioteca de la Merced o el propio espacio principal del templo para el protagonizado por los órganos del Coro, y con intérpretes tan calificados como los integrantes del Elias String Quartet, el violista Robin Ireland, el organista Jonathan William Moyer o el pianista conquense Mario Mora, que por cierto une a su maestría en el teclado su asimismo excelente hacer como comunicador. Y bueno,  ahí tenemos también esas dos nuevas citas la primera mañana sábado mismo, en la Girola, con el clavicémbalo de Lorenzo Ghielmi y el violín de Luca Giardini al servicio de la grandeza compositora de Bach y la otra el 26 con Carlos Arturo Guerra y Lucie Žáková en los dos órganos del ya aludido Coro Capitular, convocatorias que van a cerrar la edición de este año de la ya décimo cuarta edición de Música en la Catedral que recordemos ha unido a los once conciertos de su oferta interpretativa la pedagógica con los dos cursos dedicados precisamente al órgano, el desarrollado en los tres del templo por los citados Guerra y Žáková y el Internacional de Interpretación de Órgano Barroco impartido por Michel Bouvard y Yasuko Uyama Bouvard conformando una espléndida aportación de los gestores catedralicios a que hoy sea realidad lo que se deseaba conseguir en aquellos finales ochenta del pasado siglo proclamándolo en ese lema que me he permitido rememorar al principio de este texto: gracias, muchas gracias a ellos por ella.