El mejor vino de España se hace en La Manchuela
Cada cierto tiempo es habitual encontrarse en la prensa con algún artículo haciendo referencia a esa especie de sofisma que nos descubre el “mejor vino del mundo”. Normalmente, estamos ante una valoración excelente realizada por ciertos gurús de reconocido prestigio, convertidos en comisionados de Baco, que hacen asequible cierto vino concreto al conjugar la variable más importante: entonces se matiza la hipérbole en la relación calidad/precio. La mejor respuesta a esta ecuación se encuentra en la variedad autóctona de La Manchuela, donde el vino de bobal ha renacido con un brillante color rosado.
Tradicionalmente, la intensidad colorante de la uva bobal la encauzaba a ser utilizada como mercenaria para sumar capas de color y reforzar la estructura tánica de otros vinos. El trabajo bien hecho ha cristalizado en un producto lleno de matices aromáticos y gustativos. El rosado de bobal de La Manchuela es un vino fresco que precipita en las papilas con una sensación que solo tiene un problema: no cansa, no sacia, no harta, no satura… El término tiene que ponerlo cada cual.
Probablemente el vino rosado de bobal criado en La Manchuela no aparecerá en ninguna clasificación entre los “mejores”. Puede que sea porque algo de “racismo” existe en este mundo de reflejos infinitos e inclasificables; estamos ante un producto que puede satisfacer al aficionado más exigente. Hay que romper ataduras y esquemas un tanto atávicos para descubrir un compañero perfecto para compartir entre ensaladas, ensaladillas, pastas, pizzas, arroces, guisos de pescado o verduras… y tantas otras posibilidades de maridaje como pueda caber en la imaginación de cada uno.
Por antonomasia, la cultura y la esencia de la uva es de color tinto; el color amarillo pálido se reserva para la frescura y para la pesca. En tierra de nadie se sitúa un vino con una gama de color que cubre desde los primeros tonos cálidos, casi transparentes (de moda en muchos países de Europa), hasta un rosáceo nocturno. Con la variedad autóctona de La Manchuela se consigue un vino rosado sin competencia en el mercado actual que emana de la concurrencia de una serie de afanosas circunstancias.
Las cepas de bobal son viñas viejas, debido fundamentalmente a algunos errores en la planificación agraria que dejaba sin subvención esta variedad en las políticas de reconversión, a pesar de ser autóctona y estar perfectamente adaptada al terruño y a climatología tan singulares. Por ello ha pasado de representar casi el noventa por ciento de la cosecha hace apenas tres décadas, a no llegar al sesenta en toda la comarca que acoge la Denominación de Origen Manchuela.
Sin duda, el verdadero salto cualitativo para mejorar la calidad de los caldos viene del proceso de tecnificación abordado por todas las bodegas y cooperativas; el más importante consiste en dotar a los depósitos de cámaras de frío, para bajar la temperatura de fermentación y evitar la evaporación de los aromas volátiles que mermaban al vino de un sentido fundamental para el pleno disfrute.
El proceso se completa con la aportación de competentes profesionales, entre los que destaca el reconocido enólogo Rafael Orozco, dedicados en cuerpo y alma al objetivo de mejorar cada año el resultado, empezando por la recolección en su momento óptimo, la selección de las uvas y el control de cada detalle, todo para que podamos disfrutar de una creación única e irrepetible cada año mejorada.
Este vino se puede encontrar, entre otras, en las bodegas y cooperativas de El Peral, Castillejo de Iniesta, Graja de Iniesta, Villarta, Villalpardo, El Herrumblar, Iniesta, Quintanar del Rey o Ledaña. Un vino excelente a un precio inigualable. Y si somos capaces de romper un prejuicio que no afecta para nada a la calidad de un vino joven, se puede adquirir presentado en “baginbox” (no hay vocablo en castellano para designar esta “bolsa dentro de una caja”), un formato que impide la oxidación y donde conserva perfectamente todas sus cualidades durante su año de vida óptima; en este caso el precio equivalente a una botella es un milagro asombroso. Solo una recomendación, se debe decantar solo la cantidad que se vaya a consumir y no intentar conservar el resto sobrante. Lo dicho EL MEJOR VINO DE ESPAÑA en relación calidad/precio. Y si no, vas y lo mejoras.