Doble vara de medir
Esta semana, España entera ha conmemorado el vigésimo aniversario de los terribles atentados islamistas del 11M en Madrid, que se cobraron la vida de 193 personas y causaron heridas a casi dos mil. Fue un ejemplo de barbarie indiscriminada que conmocionó al país y marcó un antes y un después, no sólo en la acción policial y social contra el islamismo extremista sino también en las relaciones de confianza entre una parte de la ciudadanía y ciertos partidos políticos. Todavía resuenan las declaraciones del presidente del Gobierno de entonces, José María Aznar, y otros ministros de su gabinete, que culpaban a ETA de una acción que no podría estar más alejada de su modus operandi. Y no sólo eso, se permitió además presionar a los directores de medios de comunicación para sostener una burda mentira con el fin de mantener sus opciones en las elecciones generales que se celebrarían pocos días después de las explosiones. Si a ello le sumamos que sus afirmaciones sobre las armas de destrucción masiva en Irak fueron otra engañifa más, sólo nos queda preguntarnos ¿quién le compraría un coche usado al actual presidente de la Fundación FAES, “think tank” de la derecha española? Afortunadamente, la ciudadanía reaccionó con madurez y las urnas refrendaron un merecido castigo a los mentirosos. Lo curioso y triste, es que este organismo aún arroja dudas sobre la autoría de la matanza, al margen de otro tipo de “informaciones imprecisas” sobre multitud de asuntos actuales, por llamarlas de alguna manera. Desafortunadamente, hay muchos crédulos que le siguen comprando gangas al señor Aznar.
Teniendo en cuenta que este tipo de comportamientos fomenta la divulgación de bulos y el tristemente famoso “difama que algo queda”, no resultan extrañas conductas como las que esta semana hemos visto en algunos dirigentes del PP en nuestra provincia. Escuchar al diputado Martín-Buro quejarse por un supuesto retraso en las obras del hospital universitario de Cuenca provoca una mezcla de hilaridad y vergüenza ajena. Sin ningún sonrojo, el político popular se permitió acusar al Gobierno regional de engañar a la ciudadanía con las fechas de finalización del proyecto. Una de dos, o su memoria es extremadamente quebradiza y olvida que fue durante el gobierno de Mª Dolores de Cospedal cuando se paralizaron las obras y hubo que indemnizar con una millonada a la constructora, o insulta la inteligencia de los conquenses cuyas memorias se mantienen en buena forma. Por otra parte, en varias ocasiones hemos escuchado al presidente del PP conquense defender una autovía a Albacete que Cospedal también dejó en la estacada y que costó otra indemnización millonaria a cargo de los bolsillos del contribuyente.
La doble vara de medir de los populares alcanza niveles estratosféricos a la hora de ver su reacción ante los casos de supuesta corrupción que sacuden estos días a la sociedad española. Cuando se refieren al caso de las supuestas irregularidades fiscales del novio de Isabel Díaz Ayuso acusan a quienes exigen responsabilidades políticas por parte de la presidenta de orquestar una campaña de acoso contra ella, a la que consideran ignorante de las actividades empresariales de su pareja, a pesar de que previsiblemente se está beneficiando de ellas. Sin embargo, no les tiembla el pulso para machacar al presidente Sánchez con un supuesto conflicto de intereses relacionado con su esposa, que no aparece imputada por nada en ningún sitio. En el Caso Koldo implican hasta al apuntador de los socialistas e ignoran adrede que el asunto ha costado el cargo a un ministro que tampoco aparece investigado en ningún sumario, pero que ha tenido que dimitir por presiones de su partido. Tanto Díaz Ayuso como el alcalde de Madrid, Martínez Almeida, resultan salpicados de alguna manera por oscuras compras de mascarillas realizadas por familiares suyos en los peores momentos de la pandemia, pero para Génova 13, sólo hay culpables entre dirigentes socialistas que tampoco aparecen involucrados. En estas circunstancias, creemos conveniente reinterpretar lo que el otro día dijo una diputada de Sumar: al PP le gusta la fruta y también el chorizo.