Desfalco y realidad futurible
A ver: si tuvieras un truco por el cual sabes dónde va a caer la bolita en la ruleta ¿qué harías? Vivimos en directo el desfalco más grande de la historia, eso sí, oculto tras la más oscura y tóxica cortina de humo jamás ideada. Alguien está robando a alguien, que diría Gila. Me explico: un personaje importante de pelo rubio tiene en su mano la posibilidad de hacer subir y bajar acciones a su antojo, de un día para otro. Le basta el ejercicio de algunos testaferros en lugares discretos, y utilizando mecanismos muchas veces antes ya ensayados (incluso con criptomonedas), para sacarle un partido muchimillonario a ese poder manipulatorio mundial.
El personal piensa en la turbulenta actualidad a través de claves políticas y concluye en parámetros ideológicos clásicos: pareciera que este neoimperialismo viniera de lejos, estuviera ideado como un gambito de ajedrez, una pensadísima estrategia que acabará derrocando las democracias occidentales. Envueltos en esa niebla agresiva nos dicen que nos echemos un fusil al hombro sin tener claro ni siquiera contra quién tendríamos que disparar y mucho menos por qué clarividente motivo. No lo veo así.
Los aranceles anunciados hacen fluctuar los precios del petróleo, incluso han llegado a caer hasta los 60 dólares por barril, un precio que hace reconsiderar a las grandes compañías que apoyaron la campaña del Rubio si deben mantener sus planes de perforación o financieramente este puede ser un umbral no rentable precisamente. Y es que los aranceles también afectan a los precios del acero, materia imprescindible para la construcción de nuevos pozos.
Hace tiempo que las grandes petroleras han diversificado sus inversiones considerando el nada despreciable 7% que ofrecen las renovables desde una muy modesta inversión, y con reducidos problemas sociales y medioambientales. ¿Qué hay que seguir el canto del cisne del Rubio porque además los muy lelos se lo tragan? Sigamos. Pero oh, sorpresa: La OPEP se acojona y decide que es el momento de olvidar la contención especulativa y mejor sacar a la calle su producto no vaya a ser que la electrificación de los vehículos dé el sorpasso a los motores de combustión.
Los que insisten en el rearme europeo con argumentos de tipo “independencia ideológica” deberían saber que más del 60% de nuestro (de la UE) armamento se lo compramos a USA, en algunos países llegan al 90 %. Y que, por ejemplo, eso hace que USA podría impedir por control remoto el despegue de los aviones F35 que conforman más del 50% de nuestras fuerzas aéreas. Llevo un tiempo preguntando qué pasará en el “espíritu europeo” cuando el Rubio decida invadir Groenlandia, o sea, declarar la guerra a Dinamarca.
A estas disruptivas sugerencias os remito para que penséis. Y añado ¿Hay suficiente gasolina para alimentar la maquinaria bélica en el caso de un conflicto a gran escala? Países como EE.UU. (SPR: ~350 millones de barriles), China, Japón y la UE tienen reservas para unos 90-120 días de consumo en tiempos de paz. El cuello de botella no solo es el crudo, sino la capacidad de refinarlo en combustibles específicos (esto ya lo vimos en la crisis del gas ruso) y en la logística para distribuirlo. A ello cabría añadir la nada improbable voladura de oleoductos y los bloqueos navales en estrechos estratégicos. Sin combustible, toda esa enorme inversión en nuestra “independencia moral” quedaría convertida en chatarra. Me sabe mal darles ideas, pero evidentemente la guerra moderna giraría hacia las baterías y la electrificación del armamento (los drones son el ejemplo real). No me detengo a valorar las fatales consecuencias del cambio climático por el incremento desorbitado de las emisiones de carbono. Solo imaginen lo grato que debe ser ir vestido de caqui con una mochila y un fusil a 45 grados centígrados sin mucha agua ni muchos suministros (colapsados por la locura mundial).
Hipotecar nuestro capital para las tareas de la inteligencia, volver a la mentira de las armas, no es la solución a nada. Mantengamos la calma, reforcemos las instituciones internacionales. Invirtamos esos 800.000 millones de euros en desmantelar la economía especulativa, en la diplomacia suave y empática, en el poder inmenso de la razón y el diálogo (hablaré de ello). Habrá un segundo y definitivo impeachment y dentro de un par de años veremos una serie en TV sobre los desfalcos del Rubio y recordaremos esta etapa como aquella en la que el miedo reptiliano casi nos hace dispararnos en la sien con la guerra final.