Democracia
Hace mucho, mucho tiempo, cuando la tierra era esférica y ligeramente achatada por los polos; cuando los polos estaban formados por ingentes masas de hielo; cuando el hielo era agua congelada y no, plástico; cuando el sistema solar era heliocéntrico y los aviones no nos fumigaban para convertirnos a todos en comunistas, ecologistas y sodomitas… entonces, solo entonces, hace mucho tiempo, la democracia era el sistema menos malo. Me pregunto si entonces, en un mundo de verdad, hubiese sido posible que llegasen al poder gente como Trump o Ayuso. Quizás es que he crecido criado por una generación que, por haberla deseado y ansiado tanto, me habló de la democracia como de algo utópico; y, por ello, me resisto a admitir las catástrofes a las que puede llevarnos la democracia con nuestro voto. Así, el problema no es la democracia, es el mundo, somos los ciudadanos que no sabemos votar. Quizás es que la democracia vale para un mundo en el que la libertad se mida en pensamientos y no para un mundo en el que la libertad se mide en dólares. Pero nada de eso importa porque, aunque este sea un mundo de mentira, el mundo es real. Parece que no tenemos ya claro quién construyó las pirámides de Egipto pero el mundo actual, el de las redes y los filtros, ahora que ya no tiene filtros de control, más que nunca lo hacemos nosotros; por lo que la democracia seguramente solo sea el más malo de los sistemas políticos, a excepción de todos los demás.