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Castilla-La Mancha, de la nueva normalidad a la nueva modernidad

Castilla-La Mancha celebra, este 2021, su día de la región desde una óptica muy distinta a la de los últimos años y, sobre todo, muy diferente a la de hace tan sólo un año. Desde entonces hemos avanzado mucho y estoy convencido de que así va a seguir siendo, gracias a dos actuaciones claves para el futuro: el plan de vacunación que avanza sin pausa y el esfuerzo sustentado en un ambicioso Plan de Recuperación con el fin último de volver a la senda del progreso y la modernidad.

La historia de nuestra tierra, de nuestra gente, es una historia de superación permanente, con independencia de si los límites territoriales se situaban más allá del Tajo o por encima de la Alcarria, en la meseta manchega o en la frontera madrileña, en Sierra Morena o en los Montes de Toledo. Porque la identidad de los y las castellano-manchegas se ha fraguado con el paso de los siglos, con el poso de íberos, romanos, visigodos, musulmanes y cristianos; con la decadencia de civilizaciones y el auge de las que les seguían.

Pero fue en la Edad Moderna cuando el ahora territorio castellano-manchego vivió una verdadera explosión demográfica gracias al trabajo duro de una población ligada al campo, al cereal, al olivo y al viñedo, capaz de generar una riqueza que apuntaló la verdadera llegada de la industrialización a un terreno que hasta ese momento era pobre y baldío. Los años negros de la dictadura franquista provocaron de nuevo el éxodo y la decadencia, pero adelantaron el enorme salto evolutivo que vivimos en el arranque de la democracia con el autogobierno que nos ofrecía del estado de las autonomías.

Más allá del acertado refranero, lo que el paso del tiempo nos demuestra es que tan cierto es que la tempestad precede a la calma, como que la Historia, con mayúscula, siempre nos ha brindado puntos de inflexión que nos impulsan hacia el futuro con nuevos retos y optimismo. Convencido estoy de que el que vivimos es uno de ellos. Las enormes dificultades de esta pandemia arrasadora nos sitúan en la “nueva normalidad” en el instante de la reparación, ante la más que probada resiliencia de nuestra gente porque de sus manos saldrá la verdadera energía transformadora.

Tenemos mucho que celebrar, pero no somos conformistas. Castilla-La Mancha quiere avanzar y, en ese objetivo, será fundamental la colaboración del conjunto de la sociedad. Somos tierra de concordia, de entendimiento interinstitucional, de diálogo social y de consenso. Lo hemos podido constatar en la gestión de los aspectos más importantes de la pandemia. Ese es el camino, el de la unidad, especialmente en cuestiones tan relevantes para esta comunidad, y para conseguirlo, nos necesitamos fuertes y nos necesitamos unidos.

El Gobierno de España así lo entiende y pretende canalizarla a través de un plan que tiene como prioridad principal la modernización de nuestro país sin olvidar la respuesta a la pandemia y el constante apoyo a las personas y sus familias y al tejido productivo. La ley de cambio climático y de transición energética, la integración de las renovables, la ruta del hidrógeno, la modernización de la política agrícola, la economía circular, la regeneración urbana, el apoyo a la ciencia y a la innovación o el refuerzo de los sistemas sanitario, educativo o de pensiones, son sólo algunos de los ejemplos que situarán a esta región en lo que podríamos denominar como la “nueva modernidad”.

Hablamos de un ilusionante reto capaz de movilizar cerca de 70.000 millones de euros de inversión directa del Estado, de los que el 40% se reservarán para una transición ecológica que puede ser la gran oportunidad de Castilla-La Mancha. Con el foco puesto en un esperanzador futuro celebramos hoy nuestro 39 aniversario. Felicidades.