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Carta abierta a José María Fresneda

Estimado José María:

La inmigración, de la que tanto hemos hablado y discrepado y acordado, polariza hoy el debate social. Lo polariza hasta extremos inaguantables.

En las plataformas digitales proliferan y se multiplican con éxito los mensajes zafios, groseros, deshumanizados y llenos de odio. Pero también en respetables tribunas mediáticas, e incluso institucionales, se suceden, y en estos días arrecian, desaforados pronunciamientos de dirigentes políticos sobre la gestión de la inmigración y el tratamiento a las personas inmigrantes.

Las migraciones -una constante de la humanidad (¡y del género homo!)-, ponen siempre rumbo allá donde puedan hallar una vida y un destino mejor. Nosotros, Castilla-La Mancha, se podemos ofrecer hoy. También, para honra de sus propietarios, en la inmensa mayoría de las explotaciones agrarias de la región.

Como tantísimos otros territorios de nuestro planeta, la península ibérica, el suelo que la plural España comparte hoy con Portugal, ha atraído y ha expedido migrantes: neandertales que ocuparon y fenecieron en Atapuerca; fenicios que se hicieron cartagineses; godos que fueron reyes de la península, (una larguísima lista hasta Don Rodrigo); árabes que dominaron Al Ándalus y marcharon expulsados de Granada; navegantes castellanos, vascos, extremeños… que cruzaron la Mar Océana y se convirtieron en conquistadores de un Nuevo Mundo (nuevo para ellos, no para quienes ya estaban allí, claro.)

Ni de ‘la piel de toro’ ni de ninguna parte del mundo ha dejado nunca de entrar y de salir gente. Aún hasta hace unas décadas, cientos de miles de españoles marchaban a buscarse la vida fuera de nuestras fronteras: a Alemania, a Suiza, a ‘hacer las américas’.

Hoy, millones de personas aspiran a llegar a nuestro país, y a cualquier país de la UE, de la España forma parte.

Se calcula que un 18% de quienes hoy habitamos España nacieron en otro país diferente. De los 450 millones que hoy poblamos la UE, más de 37 provienen de otro continente. Y no dejan de llegar, incluso jugándose la vida en el intento.

La intensidad de este fenómeno inmigratorio ha propiciado en toda Europa el surgimiento de formaciones políticas -léase Vox en España- que alientan y exacerban el rechazo al extranjero para utilizarlo sin escrúpulos como alimento electoral; aún a costa de relegar, e incluso de anular, los principios éticos y morales sustantivos de su propia bandera ideológica, la defensa a ultranza de la presunta ‘identidad nacional’ hispana y de las raíces humanistas cristianas de nuestra cultura y nuestra sociedad.

Y, visto el éxito de su discurso xenófobo, los partidos de la derecha conservadora -léase PP en España- optan por copiárselo.

En España, y en toda Europa, la gestión de la inmigración, de por sí tan compleja y poliédrica, requiere grandes acuerdos políticos, que solo pueden construirse desde la serenidad y el rigor. Por eso te escribo.

El pasado 10 de abril, el Parlamento de la UE aprobó, pero por un estrecho margen, el Pacto de Migración y Asilo, “diseñado para prestar apoyo a los Estados miembros que se enfrentan a importantes presiones migratorias y que protegen nuestras fronteras exteriores. Al mismo tiempo, proporciona seguridad y claridad a las personas que llegan a la UE. También permite a los europeos confiar en que la migración se gestiona de manera eficaz y humana, en plena consonancia con nuestros valores y con el Derecho internacional.”

Las fuerzas políticas que en abril rechazaron este Pacto, y otras aún más extremistas en su xenofobia, tienen mayor presencia en el nuevo Parlamento europeo elegido apenas dos meses después, entre el 6 y el 9 de junio.

Aquí en España, todos los partidos políticos con representación parlamentaria están enzarzados en una virulenta batalla en torno a la inmigración; en la que las declaraciones xenófobas o directamente racistas son cada día más enfáticas, más ponzoñosas y, a la vez, más vacías y más faltas de rigor e incluso de coherencia.

Y aún de veracidad, se mire como se mire: No voy a entrar en las cifras y estadísticas sobre delincuencia, pero sí hay que dejar claro que ninguna de ellas sostiene las exageraciones y las barbaridades tóxicas y execrables que se permiten soltar algunos líderes políticos y sociales, incluidos ‘influencers’ de mal pelaje.

Me voy a centrar en la economía y el empleo, que son las motivaciones esenciales de las migraciones humanas (sin olvidar las provocadas por guerras y persecuciones políticas, étnicas, religiosas…; y cada vez más por factores medioambientales).

Y me voy a centrar específicamente en una realidad económica y laboral que tanto tú, como presidente regional de ASAJA, como yo, en tanto secretario general de CCOO-Industria CLM, nos corresponde conocer y atender: la presencia y a la aportación de personas inmigrantes en un sector económico esencial en nuestra comunidad autónoma, el agrario.

La afiliación media mensual a la seguridad social de personas extranjeras en el Régimen Especial Agrario del año 2023 en Castilla-La Mancha se situó en 14.996 personas, el 46,16% del total de las afiliadas al REA. Por provincias: Albacete, 5.547 personas (53,28%); Ciudad Real, 3.719 personas (37,84%); Cuenca, 2.891 personas (53,73%); Guadalajara, 439 personas (54,65%) y Toledo, 2.399 personas (39,55%).

A grandes rasgos, podemos afirmar que, sin todas esas personas inmigrantes, casi la mitad de nuestras uvas y de nuestros melones, de nuestros ajos y de nuestros champiñones, de nuestro trigo y de nuestras cebollas, se habrían quedado sin recoger. Y la mitad de nuestra cabaña ganadera estaría desatendida, o simplemente no estaría.

Desde hace muchos años, la patronal regional agraria que presides, ASAJA; y cada una de las ASAJA de las cinco provincias de CLM, reclamáis en las respectivas comisiones de Flujos Migratorios, con argumentos más que fundados, contingentes de trabajadores extranjeros. Los necesitáis los empresarios del campo y los necesitamos todos los demás. Necesitáis su fuerza de trabajo para sacar adelante vuestras cosechas y necesitamos su aportación al PIB para sostener nuestra economía, nuestro sistema de pensiones, nuestros servicios públicos, nuestro Estado del Bienestar.

Lo mismo cabe decir respecto a otros sectores económicos: aunque menor, también en nuestra potente industria cárnica, en la hostería, en el comercio, en la logística, en la atención a mayores y dependientes… la presencia de personas extranjeras es una realidad sustancial; y creciente.

Incluso nuestras fuerzas armadas permiten, y reclaman, la incorporación de inmigrantes de hasta 18 nacionalidades distintas a la española, a falta de la contribución personal de don Santiago Abascal Ycierraespaña.

Estimado José María, estimados dirigentes de ASAJA, echo en falta vuestra voz, la voz del empresariado agrario, en el debate sobre la inmigración.