Bendito dilema
En términos futbolísticos se dice que un entrenador tiene un bendito dilema cuando debe escoger entre dos grandes jugadores para ocupar un mismo lugar en el terreno de juego. Ello significa que cualquiera de los dos futbolistas encaja perfectamente en las exigencias de su técnico. Pues bien, estos días, con la aprobación de la subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) sucede algo parecido. El Gobierno ha escogido una de las opciones, la de elevar los ingresos mensuales de muchos trabajadores y trabajadoras sobre la otra alternativa, que era no hacerlo. El dilema se ha planteado en el sentido de obligar, o no, al 20% de los perceptores del SMI a tributar el IRPF; finalmente tendrán que pagar vía retención, si no se resuelve el asunto de otra manera. Como en cualquier equipo de fútbol, quien se queda en el banquillo protesta, como le ocurre a los socios situados a la izquierda del Ejecutivo, contrarios a imponer la tributación. Los que salen en el equipo titular son los ciudadanos que cobrarán una media de 50 euros más al mes en 14 pagas. Quizá no sea la solución definitiva a sus penurias, pero “más vale pájaro en mano que ciento volando”.
En cualquier caso, el incremento del SMI beneficiará en nuestra provincia a unos 14 mil empleados y empleadas. La medida, si no ‘bendita’, sí que puede calificarse como positiva porque va a suponer un empujón económico para que esas miles de familias puedan llegar un poco más desahogadas a final de mes. Lo de tributar el IRPF no resulta tan positivo, pero hay que reflexionar sobre la utilidad que los impuestos tienen para financiar los principales pilares del Estado del Bienestar y para apoyar el objetivo de conseguir una financiación suficiente para pagar las pensiones y los subsidios de quienes no tienen la suerte de conseguir empleo. No obstante, es buen momento para abrir un debate profundo sobre la posibilidad de establecer un sistema tributario más justo y progresivo que cargue mayor presión a los que más tienen y dirija sus esfuerzos a gravar un poco más los enormes beneficios de la mayoría de los bancos y las energéticas. Lejos de las barbaridades que escuchamos estos días en boca sobre todo de los voceros del PP y de Vox, esa recaudación no irá a parar a los bolsillos de Pedro Sánchez sino a unas arcas públicas que necesitan hasta el último céntimo para mejorar la calidad de vida de la población.
Una vez más asistimos a bochornosas declaraciones de los partidarios del “no a todo” y del “cuanto peor, mejor”. No son capaces de dar por buena ninguna medida que proceda del Gobierno de coalición, a pesar de que suponga una mejora, tímida sí, pero mejora al fin y al cabo. El SMI ha subido en España un 61% desde 2018 y eso es un logro indudable de los diferentes ejecutivos progresistas. El incremento actual beneficiará a casi dos millones y medio de trabajadores y trabajadoras, también gracias al esfuerzo negociador de la coalición que nos gobierna.
No reconocer estos y otros avances y centrarse sólo en criticar aspectos negativos o ejercer la más desabrida demagogia retrata sin duda los perfiles en los que evoluciona la actual oposición política. Claramente se aprecia que en nada les beneficia el clima de optimismo que reina en muchos sectores de la sociedad española. Que se abrigue pues porque, desde su punto de vista, el invierno puede ser muy largo.