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MUSEO DE LAS CIENCIAS

“Trabajar en el torno siempre ha sido un juego para mí”

El ceramista expone hasta el 3 de marzo en el Museo de Cuenca medio centenar de piezas que hacen un recorrido por su proceso evolutivo con el barro y su particular universo creativo
“Trabajar en el torno siempre ha sido un juego para mí”
Fotos: Lola Pineda
18/02/2024 - Dolo Cambronero

La emoción sigue siendo la misma. A sus 81 años, cuando Adrián Navarro Calero (El Provencio, 1942) se enfrenta al torno continúa sintiéndose aquel niño de doce que vio por primera vez una rueda de alfarero y la consideró “un juguete magnífico”. “No he dejado nunca de disfrutar trabajando. Siempre me ha parecido un juego”, cuenta el reconocido ceramista, que expone hasta el 3 de marzo en el Museo de Cuenca medio centenar de piezas que muestran su proceso evolutivo como artista.

Titulada Barro somos… Adrián Navarro. Arte e inspiración en las manos, la muestra hace un recorrido por toda su obra, que ha evolucionado desde creaciones meramente funcionales –por ejemplo, jarras de cerveza– a producciones en las que el matiz decorativo cobra todo el protagonismo. Para eliminar esa utilidad, comienza a “alargar las piezas y a estrechar el cuello”, centrándose más en la parte ornamental.

PUNTO DE INFLEXIÓN

Navarro, que empezó a aprender este oficio siendo apenas un niño en la Escuela de Formación Profesional de San José, en Cuenca, complementando sus estudios después, al tiempo que hacía la mili, en la Escuela Superior de Cerámica Artística de Manises, había montado su primer taller en Villarrobledo (Albacete). El punto de inflexión en su carrera surge a raíz de trasladarse a la capital conquense en 1976, una época en la que la ciudad vivía una gran efervescencia artística. “Nos reuníamos los pintores, los escultores, los profesores... Y un día les dije que yo también quería hacer obra decorativa como ellos”, rememora.

Y poco a poco fue construyendo un particular universo creativo a través del barro en el que se funden la mitología griega, el arte rupestre e influjos picassianos, entre otros, entremezclándose las figuras humanas con las animales, con gran presencia de caballos y toros en sus piezas. “En la mente se te van quedando muchas cosas que afloran de alguna manera cuando te pones a dibujar. Hay influencias de todo un poco pero al final terminas teniendo tu estilo propio”, relata el artista.

Figuras estilizadas y algo deformes aunque plenamente armónicas identifican las piezas de Navarro, que detalla que a veces dibuja los motivos primero antes de ponerse a trabajar con el barro pero que en otras ocasiones van brotando solos, ajustándose a la forma de las piezas de cerámica.

En la exposición se muestra también un torno pequeño, en el que aprendieron a modelar sus hijos, habiendo heredado uno de ellos, Rubén, su pasión por esta profesión a la que el veterano artista, tuvo claro que quería dedicarse desde aquel remoto momento en que vio a su primer maestro trabajar en el torno: “Dije: “esto es lo mío”. Y desde entonces no he parado”.

Aunque ahora va a su taller muy esporádicamente, el artista, con numerosas exposiciones y reconocimientos a sus espaldas, se mantiene muy activo y es alumno de la Universidad de Mayores José Saramago, donde también ha dado clases. Y no para de dibujar.  “Tengo cientos de carpetas. La próxima exposición será de dibujos”, se plantea.