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“Todo el mundo se debería plantear vivir en el entorno rural”

La viticultora y enóloga Rosalía Molina, que codirige una bodega en Landete, es una de las seis mujeres reconocidas por el Gobierno regional en el Día de la Mujer Rural
“Todo el mundo se debería plantear vivir en el entorno rural”
Imagen de Rosalía Molina Cano. Foto: Altolandon
15/10/2021 - Dolo Cambronero

El paisaje vitícola en el que se crió en Requena hizo que se le despertara desde pequeña la curiosidad por el mundo del vino, lo que la animó después a estudiar Enología, aunque sin mucha certeza por aquel entonces de si se acabaría dedicando a ese oficio. Aunque el trabajo y la constancia convirtieron los sueños de Rosalía Molina Cano en realidad y en la actualidad dirige, junto a su marido, su propia bodega, Altolandon, en el municipio conquense de Landete. Este tesón también ha hecho que la viticultora y enóloga sea una de las seis féminas que van a ser reconocidas este viernes 15 de octubre por el Gobierno regional en el acto institucional que tendrá lugar en Belmonte con motivo del Día de las Mujeres Rurales.

  • Enhorabuena. ¿Qué supone este reconocimiento?

Además del reconocimiento por el Día de la Mujer Rural, supone también premiar el esfuerzo y el trabajo del equipo entero. Sin el resto, no hubiese llegado a ningún sitio. Que te reconozcan significa que has conseguido hacerte visible y que tu trabajo y tu producto se conozca. Es un orgullo muy grande.

  • ¿Cómo surgió Altolandon?

Mi marido [Manolo] se dedicaba a asesorar a viñedos y yo había estudiado Enología aunque en mi familia no había tradición vitivinícola. En 1998, nos decidimos con esto, que era un poco una aventura. Empezamos desde el cero absoluto y sin ninguna previsión. Comenzamos con tres hectáreas de viñedo y haciendo el vino en casa. Mi marido tenía una casa vieja en Landete y quitamos todos los muebles y pusimos las barricas. Elaboramos el vino así durante los cuatro primeros años hasta que en 2006 construimos la bodega. Desde entonces hemos ido creciendo en viña, en vinos,  en edificación… También hacemos un vino muy particular, de hielo: Dulce Enero. Este tipo de vino solo se hace en las zonas más frías del mundo como Canadá y parte de Alemania. Hay que dejar la uva en la cepa hasta que se congele y se vendimia así. Lo llevamos haciendo unos ocho años y siempre ha ocurrido en enero. Sale un vino muy dulce. No se puede hacer en todos los sitios porque no hace esa temperatura y no aguanta la uva hasta esa fecha. Estamos supercontentos con los resultados.    

  • ¿Por qué estudió Enología?

Soy de Requena, zona vitícola, y es un mundo que me apasionaba desde pequeña. Le veía encanto y que no hubiese ninguna mujer, todavía le daba más íntriga. [Risas] Y estudié en la Escuela de Enología de Requena a pesar de que mi padre nunca estuvo de acuerdo porque decía que era un trabajo para hombres. Hice prácticas en Argentina y en Francia y un máster. Luego estuve trabajando en una bodega de La Manchuela durante cinco años hasta que ya me dediqué solo a lo nuestro. Estudié Enología porque me gustaba pero sin saber si algún día me dedicaría a ello. Nunca imaginé que acabaría trabajando para mí. 

  • ¿Había más mujeres estudiando Enología?

No, no había muchas. Ya había alguna pero de todas las que estudiábamos, ninguna se dedica a esto a día de hoy. Aunque, por suerte, en los últimos años esto ha cambiado mucho. Ya hay muchísimas mujeres enólogas y muy reconocidas.

“En algunos países te dicen: ‘Coméntalo con tu jefe y ya me dices’ o ‘¿con quién puedo hablar?’ No te piden directamente que sea hombre pero tú ya sabes lo que quieren decir. Es como si fueses invisible”
  • ¿Qué dificultades se ha encontrado por ser mujer?

En la empresa en sí, ninguna porque la otra parte es mi marido y es quien más me ha apoyado. Pero sí me he encontrado con algún problema en bodega con trabajadores de alguna nacionalidad. Que les dirija una mujer es impensable aún a día de hoy para algunos. Aunque el problema más grande me lo he encontrado al viajar a determinados países. Yo llevo la enología y la parte comercial y hay lugares como China y países árabes en los que es impensable que la negociación final la vaya a asumir una mujer o que esta tenga cualquier responsabilidad. Te dicen: ‘Coméntalo con tu jefe y ya me dices’ o ‘¿con quién puedo hablar?’ No te piden directamente que sea hombre pero tú ya sabes lo que quieren decir. Es como si fueses invisible. Y eso no veo que vaya a cambiar a corto plazo. Parece que siempre tienes que demostrar todo mucho más. Y siempre con la coletilla de la mujer. Pero eso es la importancia que cada uno le quiera dar. Yo no le doy ninguna. 

  • ¿Y cómo es la conciliación familiar? Porque ha vendimiado con su hijo en una mochila... 

Sí... [Risas] Mis tres hijos han nacido en vendimia. Con el primero, tuve que vendimiar con él en una mochila. Y cuando estábamos preparando el vino, estaba metido en una caja. Se han criado entre barricas, entre botellas… Esa ha sido la parte más difícil. Allá donde iba, me los llevaba. Pero como antes, porque yo también iba con mi madre donde fuera. No era tan fácil dejarlos como ahora. Tampoco han pasado tantos años pero todo ha cambiado muchísimo. 

  • ¿Qué le diría a las mujeres atraídas por el mundo rural?

Les diría que la vida en el mundo rural es muchísimo más vida. Antes, el que se dedicaba a la agricultura o vivía en un pueblo pequeño quería que su hijo no se dedicara a esto porque estaba condenado a no salir nunca y a tener esa vida dura de campo. Ahora todo ha cambiado. Ni la agricultura es tan dura ni estás encerrado. Puedes tener un negocio o trabajo en un entorno rural y estar perfectamente comunicado para salir y viajar. Tienes una calidad de vida que ya desearían muchas personas. De hecho, ahora con la Covid, mucha gente que tenía pueblo y jamás lo había visitado se ha dado cuenta de que es una suerte tener un sitio donde ir. Y si además puedes vivir allí y tener tu medio de vida, todo el mundo se lo debería plantear.