Jesús Díaz se despide de Tintorería Azul tras más de cinco décadas al servicio de Cuenca
Con tan solo 19 años, Jesús Díaz Roger (Cuenca, 1964) tomó las riendas del negocio familiar. Ahora, 41 años después, ha llegado el momento de cerrar para siempre. La jubilación le toca a este propietario de la histórica Tintorería Azul, uno de los negocios más emblemáticos de la calle Carretería. “Da pena cerrar, pero es hora de descansar, de viajar y de disfrutar con la familia”, confiesa Jesús con nostalgia.
El negocio, fundado por sus padres, estuvo inicialmente ubicado en la Avenida Reyes Católicos de la capital, llegando incluso a contar con un despacho en Tarancón. Sin embargo, en los últimos años ha sufrido un declive, propiciado por el auge de las lavanderías autoservicio, la falta de relevo generacional y la cultura del "fast fashion" (moda rápida), que fomenta el consumo de prendas de usar y tirar cada temporada.
“Hace 50 años, la gente tenía uno o dos abrigos, como mucho, y se cuidaban las prendas, se amortizaban mucho más", reflexiona Jesús. "Aquí llegaron a trabajar hasta nueve personas, pero ahora solo somos tres”, añade. A pesar de ello, el trabajo nunca ha faltado, porque si algo caracteriza a Tintorería Azul es la profesionalidad, el buen trato y la cercanía, avalados por 50 años de experiencia en un sector tan complicado. Aunque para muchos pueda parecer un oficio sencillo, hay un gran conocimiento detrás: no solo se trata de lavar ropa.
El proceso implica identificar cada tejido y saber cómo debe ser tratado, utilizar correctamente disolventes y productos químicos para dejar las prendas impecables, o manejar planchas profesionales sin dañar ningún artículo, devolviéndolo como nuevo. A todo ello, se suma la presión de trabajar con prendas especiales, como un traje de novia o una túnica de Semana Santa. "La gente tiene mucho cariño a las cosas que trae aquí, y nosotros siempre hemos tratado cada artículo como si fuera nuestro", asegura Jesús.
El funcionamiento del negocio es simple: cada cliente tiene su ficha y cada prenda, un código numérico que facilita su localización al momento de entregarla. Sin embargo, el panorama ha cambiado mucho. Antes, los propios conductores de autobuses recogían bolsas con textiles en cada pueblo que visitaban para llevarlas a la tintorería. "Prestaban un servicio de transporte esencial para la gente de los pequeños municipios de la provincia", recuerda Jesús.
También destaca el servicio de recogida y entrega que siempre ha ofrecido la tintorería, agradeciendo el apoyo de su fiel clientela, quienes han sostenido el negocio durante más de cinco décadas.
Con el cierre de Tintorería Azul, otro negocio más baja la persiana en la céntrica calle Carretería, donde cada vez más abundan los escaparates vacíos. Es momento de mirar hacia los comercios de toda la vida en Cuenca. En el caso que nos ocupa, compremos prendas de calidad y confiemos en profesionales como Jesús para cuidarlas, permitiendo incluso que puedan ser heredadas de generación en generación.