“La terapia con gente con superdotación es fascinante”
De pequeña, ya leía mucho sobre psicología y filosofía. “Me apasiona desde siempre este ámbito. Es casi una vocación innata en mí”, cuenta la psicóloga conquense Bárbara Díez Pérez, que convirtió esta pasión en su oficio, habiéndose especializado en terapia para personas adultas con altas capacidades o superdotación intelectual, además de trabajar también el desarrollo personal y el liderazgo.
“La terapia con gente con superdotación es fascinante”, destaca esta profesional, que explica que estas personas funcionan de una manera muy diferente a nivel psicológico. “Un cerebro así procesa más rápido que el resto y son de altísima sensibilidad emocional, psicomotora… Tienen voracidad intelectual. Hay muchos especialistas dedicados a los niños con altas capacidades pero muy pocos terapeutas en España centrados en los adultos por lo que me planteé hacer psicoterapia especializada”, detalla.
Licenciada en Psicología por la Universidad Nacional a Distancia (UNED) de Madrid, donde hizo después carrera académica impartiendo clases y dedicándose a la investigación, en la capital del país también trabajó gestionando equipos en multinacionales y comenzó en el mundo clínico con la psicoterapia.
Hasta que hace diez años decidió regresar a Cuenca, donde ha trabajado en diversas clínicas. Y a raíz de la pandemia, apostó por abrir la suya propia, llamada ESSE, que echó a andar en enero de 2021. Situada en la calle de las Torres, cuenta con un equipo de cuatro psicólogos, especializados en apego, trauma psicológico y personalidad. Además, esta profesional está centrada también en la atención a las altas capacidades, y al desarrollo personal y el liderazgo.
En relación con la superdotación intelectual, pone el acento en que, si no son correctamente identificadas, muchas de estas personas acaban itinerando por psiquiatras y psicólogos ya que su condición se puede confundir con patologías como depresiones, ansiedad, trastorno de la personalidad y, en el caso de los niños, con conductas negativistas desafiantes, según explica.
“Pueden vivir una situación vital compleja porque al verse diferentes, sienten rechazo por parte del medio. Es también un reto para las familias porque estas personas cuestionan todo. Es algo inherente a ellos y esas particularidades hay que tenerlas en consideración. La terapia les ayuda enormemente”, indica, apuntando que todos son también altamente sensibles. “Pero no al contrario. La alta sensibilidad no implica altas capacidades siempre”, puntualiza.
En el plano del desarrollo personal y liderazgo, apoya a personas que dirigen organizaciones y que quieren mejorar. “Un buen líder debe tener una actitud transformadora para motivar a su equipo y sacar lo mejor de él. Todo esto, muchas veces viene impedido por las experiencias y miedos que todos acumulamos. El tipo de cliente que viene buscando esta ayuda “está abierto al cambio y comprometido con lo que hace”.
Paralelamente a la clínica conquense, este cuatrimestre dará clases en la UNED de Cuenca y tiene varios proyectos en Madrid: desarrollo de terapias, coordina el grupo de trabajo de Trauma Complejo, Neurobiología y Personalidad del Colegio Oficial de Psicólogos, y también hace formación en el ámbito empresarial.
Mirando al futuro, sus retos son seguir creciendo y escribir libros sobre este ámbito. Aunque tiene un objetivo más ambicioso: “Que la psicología pueda llegar a más gente”. En este sentido, apuesta por crear asociaciones que faciliten que esté al alcance de más personas, trabajando sobre todo el duelo por pérdida. “En la clínica hacemos talleres sobre apego, para vincularse adecuadamente. Son actividades que buscan acercarnos a más gente”, señala.
Díez Pérez anima a trabajar en uno mismo y recuerda que un psicólogo puede acompañar a nivel emocional proporcionando herramientas desde un punto de vista profesional, tanto en un momento concreto delicado como para un apoyo constante. Sobre esta cuestión, cree que a raíz de la pandemia hay cosas que están cambiando: “Antes, la gente preguntaba: ¿Vas al psicólogo? ¿Te pasa algo? Ahora, plantean: ¿No tienes un psicólogo?”.