"Soy un privilegiado, llevo 55 años jugando al ajedrez y no me he cansado"
Una batalla incruenta entre dos ejércitos imaginarios para conquistar un reino imaginario”. Así define Pepe Ponce -1956- la que es su gran pasión: el ajedrez. Con una larga trayectoria a sus espaldas, intenta ahora desgranar lo que esta disciplina ha supuesto para él tras años y años luchando en 64 casillas que lo deciden todo.
Pepe empezó en el ajedrez influenciado por su padre, un gran aficionado. Su madre y su hermana jugaban con él dejándole una dama de ventaja, algo que dejaron de hacer muy pronto al notar el talento del pequeño. La vida le llevó a mudarse a Badalona, donde se apuntó al Club San José. Allí fue escalando peldaños desde el cuarto equipo hasta el primero, quedando campeón escolar de Cataluña con tan solo 15 años.
Tristemente, debió aparcar el ajedrez de manera temporal debido al servicio militar, pero cuando volvió lo hizo con más fuerza que nunca: en 1983 se hizo con el Campeonato Absoluto de Barcelona ante los más de 200 jugadores presentados. Allí se encontró con grandes figuras como la de Ángel Martín o Miguel Illescas, pudiendo presumir Pepe de estar invicto ante este último -Gran Maestro Internacional y ocho veces campeón de España-.
Volvió a Cuenca, donde rehízo su vida, estudió Magisterio y conoció a la que sería su futura mujer, con quien tendría tres hijos. Se vería obligado a alejarse de nuevo del ajedrez debido a sus obligaciones laborales, pero una pasión nunca se pierde del todo.
Así, retornó a las 64 casillas para coronarse Campeón de Castilla-La Mancha en 1994, lo que hace de Pepe uno de los pocos ajedrecistas a nivel nacional que han sido campeones en dos comunidades diferentes.
Hoy día, y con una larga y exitosa trayectoria, puede presumir de un enorme palmarés con enormes posiciones a nivel provincial, regional y nacional. Ahora mismo, Pepe se encuentra inmerso en los campeonatos de categoría veterano, donde ha llegado a ser tercero de España. Aún con todo, el conquense se queda con otras cosas antes que con los títulos: “Soy un privilegiado, llevo 55 años jugando al ajedrez y no me he cansado”, afirma con la misma ilusión que el primer día. Lamenta, eso sí, el poco apoyo que recibe el ajedrez por parte de las instituciones: “Es un deporte de minorías que practica una inmensa mayoría”, aclara.
PARTIDAS INOLVIDABLES
55 años bien dan para una buena retahíla de partidas que han quedado grabadas para siempre en la mente de Pepe. No se puede olvidar de su partida con Arturo Pomar -niño prodigio de los años 40 y 50 que llegó a ser Gran Maestro Internacional-, quien le propuso tablas tras 18 movimientos al verse en problemas.
Su enfrentamiento durante unas simultáneas ante Bent Larsen, varias veces candidato al título mundial, aún hace que el conquense se arrepienta: “En una jugada le ganaba la dama y no me di cuenta”, se lastima entre risas, añadiendo que siempre se suele acordar más de las que pierde.
Para su recuerdo queda también las palabras de Miguel Illescas, quien le llegó a transmitir el respeto que le tenía. Si hay algún jugador al que Pepe le gustaría parecerse, ese es el legendario Bobby Fischer: “Ojalá, de él decían que le podía dar a Dios las blancas, un peón ventaja y le ganaba”, bromea.
LITERATURA Y DOCENCIA
No ha decidido quedarse en el ajedrez, sino que también ha explorado a lo largo de los años distintas facetas que le han permitido cultivarse y expresarse. Así, Pepe ha incursionado en el mundo de la literatura, firmando libros bajo el pseudónimo de Pepe Illarguia que van desde la ciencia ficción hasta el teatro, pasando por guiones o la poesía.
“El jugador está muy limitado si solo juega al ajedrez, tenía que abrir diferentes campos y visiones para poder completar una vida, porque al final está llena de momentos”, se sincera Pepe. Hoy día, espera lanzar pronto su nueva novela: Edificaciones del silencio, ya terminada y a la espera de pasar por imprenta. Los jueves imparte un taller de ajedrez en el que transmite su pasión y conocimiento a los más jóvenes. Lo hace en la Biblioteca Pública del Estado, donde pone a prueba a niños de hasta 14 años en grupos reducidos de hasta 10 personas.
Hoy día, además de compartir estas pasiones y seguir soñando a través de la literatura, Pepe sigue dando lo mejor de sí mismo en esa tortuosa batalla disputada en un tablero de 8x8 que ofrece infinidad de posibilidades. ¿Su próximo objetivo? Volver al Campeonato de España. Hora de mover pieza.