“La sociedad se tiene que dar cuenta que el arte es imprescindible"
Una representación onírica sobre las obras del compositor barroco Johann Sebastian Bach. Esta es la propuesta sobre la que versa la obra ‘Va de Bach’ de la compañía de danza contemporánea ‘Aracaladanza’ donde cinco bailarines se proponen acercar a los más pequeños el universo del músico alemán sin ningún tipo de narrativa. Un “gran compositor” en palabras de su director Enrique Cabrera (Buenos Aires, Argentina, 1960) que inspiró a varios músicos “contemporáneos” a pesar de la temática religiosa de sus composiciones.
La obra fue estrenada en el mes de abril y, bajo este concepto creativo, el grupo llega a Cuenca el 16 de noviembre al Teatro Auditorio ‘José Luis Perales’, a las a las 19:30h. La compañía ‘Aracaladanza’ nació en el año 1995 y cuenta con cerca de treinta años de trayectoria sobre los escenarios. Una “segunda casa” para Cabrera quien anima a consumir la cultura porque el arte “tiene que salvar el mundo” en estos momentos de guerras y catástrofes.
¿Cómo surge Aracaladanza?
Nace en el año 1995 por una necesidad mía de hacer un espectáculo de danza para todos los públicos. Nunca pensé que iba a llegar a donde estoy ahora, tantos años y con premios. El ánimo con el que empecé fue una necesidad, como la de cualquier artista de querer contar o hacer algo así.
Después de casi 30 años, que cumpliréis en 2025, ¿Con qué momento se quedaría?
Siempre con el actual, prefiero quedarme con el presente. El futuro no lo conozco y es incierto. Cada día es nuevo.
La obra ‘Va de Bach’ llega a Cuenca. ¿Qué muestra?
El lenguaje que tiene Aracaladanza en sus obras es no contar ninguna historia. Es una sucesión de cuadros, en este caso inspirados en la música de quien, para mí, es Dios que es Johann Sebastian Bach. Con toda humildad he intentado hacer una obra de 50 minutos, revisando algunos temas de él y está inspirado en su música.
¿Qué música se va a poder escuchar?
Hay cantatas, sinfonías… Todas son adaptaciones que ha hecho mi músico Luis Miguel Cobo de los temas de Bach. Está la famosa ‘Badinerie’ o la Sinfonía de la Cantata número 29. Algunos son conocidos y, la mayoría, muy poco por el público, pero he intentado hacer una elección musical muy variada para que la obra tuviera un ritmo interesante.
¿Por qué es tan importante para usted la figura de Bach?
Primero porque me gusta mucho la música barroca. Además, ha inspirado a músicos contemporáneos como ‘The Beatles’. A pesar de que su música es religiosa y pensada para ser tocada en una iglesia, es inspiradora y técnicamente muy actual.
Como artista, ¿Qué significado tiene el teatro para usted?
Teniendo en cuenta que la casa es un lugar agradable donde uno habita, para mí el teatro es como si fuese ese segundo hogar. Soy feliz arriba del escenario.
¿Qué se va a encontrar el espectador?
Todo un mundo muy onírico y fantasioso, donde la música que se escucha y se baila es de Bach en diferentes versiones. Las hay muy clásicas, como en la época, y otras muy tocadas de swing o de ragtime. Un espacio escénico precioso, un vestuario mucho más bonito, una iluminación para mí muy especial y unos bailarines muy buenos.
¿Cómo está siendo la aceptación por parte del público?
Muy buena, excelente. Realmente estoy feliz, la gente sale emocionada. Me da mucha felicidad que podamos conectar tan bien con el público de diferentes ciudades. Acabamos de actuar este fin de semana en Palma de Mallorca y el director del teatro nos dijo: “Tenéis una joya de obra”.
Hoy en día ir al teatro no es tan común como entonces en una sociedad tan digitalizada como la de hoy en día. ¿Qué opinión tiene al respecto?
Ir al teatro no tiene nada que ver con el cine ni con una serie. Cuando una persona va a ver una obra, ese momento es único. Si al día siguiente va a ver la misma función y en el mismo teatro, va a ser diferente porque nunca es igual. La conexión con el actor o con el bailarín como público es totalmente diferente que en una pantalla.
¿Qué le dice a la ciudadanía?
La gente tiene que ir al teatro, no para sostener a una compañía, ni para darles una entrada, sino porque consumir cultura, ir a una exposición, escuchar música, es un bien primordial. La sociedad se tiene que dar cuenta que el arte es imprescindible, realmente tiene que salvar el mundo, sobre todo en estos momentos de guerras y catástrofes. Durante el tiempo que dura una obra, el público desconecta, está en otro mundo y es importante porque el arte puede curar.