“Siempre tengo canciones en el cajón por si un día todo falla”
Estaba preparando unas oposiciones para el Estado cuando Joaquín Sabina le rescató de aquel destino de hombre de traje gris y le pidió que tocara con él. Pancho Varona (Madrid, 1957) celebra este año el 40 aniversario de su llegada a los escenarios de la mano del cantautor –con quien ha compuesto muchas de sus canciones más conocidas– con una gira que el viernes 4 de febrero le traerá a la Sala Directo Cuenca (23:00 horas).
¿Cómo va a ser el concierto en Cuenca?
En 2022 estoy celebrando con una gira el 40 aniversario desde que llegué a la música en 1982 de la mano de Joaquín Sabina. Fue mi primer trabajo y sigue siendo mi trabajo. Hago un repaso a mi carrera eminentemente sabinero porque he estado con Joaquín en el 95% de mi vida profesional. Canto canciones que he hecho con él en este tiempo y también alguna ajena. Voy a contar cosas que nunca hubiera imaginado el público. Yo sé que a la gente que viene a verme le gusta saber de las canciones.
¿Alguna anécdota que se pueda adelantar?
Cada canción tiene su anécdota. Por ejemplo, canto ‘Pongamos que hablo de Madrid’ como agradecimiento porque fue la primera que yo descubrí de Sabina y que me enamoró y la que me hizo ir a La Mandrágora a conocerle. Fue la que hizo de alguna manera que empezara a trabajar con él y me acercó a la vida que llevo ahora. También cuento cómo hicimos ‘Peor para el sol’ en Argentina o ‘La del pirata cojo’ en mi casa y por qué salió así. Daré mucha información.
¿Cómo son los conciertos en la pandemia?
[Risas] Ya este año empiezan a ser un poquito más normales. Pero he vivido situaciones en 2020 y 2021 casi grotescas. Recuerdo un día en el que estábamos tocando en Torrelavega al aire libre, llovía y repartían chubasqueros a la entrada. El público estaba sentado en su silla, a un metro y medio del otro, con el chubasquero y su mascarilla. No sabías si estabas en un quirófano o dónde. Los conciertos son diferentes, inexplicables. La gente es maravillosa, santa, con las mascarillas y guardando las distancias. Eso es una demostración de respeto que a mí me emociona. Mientras canto yo me fijo en las caras de la gente con sus mascarillas. Los conciertos son raros pero emocionantes.
Cuarenta años al lado de Sabina. ¿Cuál es el secreto de este matrimonio tan bien avenido?
[Risas] Yo no conozco casos en este país de una pareja que se tenga tanta lealtad. Ha habido otros casos de parejas artísticas de mucha duración pero no de jefe y empleado porque aunque Joaquín y yo seamos como hermanos, trabajo para él. Y no conozco casos así de 40 años juntos. Serrat y el maestro Miralles también siguen juntos después de 50 años pero ha habido épocas en las que se han separado. Joaquín y yo tenemos una relación continua desde 1982. Todos los días pienso que soy un tipo con suerte y lo disfruto. En vez de estar metido en una oficina o en otra situación peor, estoy viajando, haciendo canciones y tocando y eso es gracias a la relación con Joaquín.
¿Cuáles son las canciones junto a Sabina que destacaría?
Hemos hecho unas cien canciones y es difícil elegir pero siempre hay dos o tres a las que le tienes un cariño especial. Como ‘Ruido’, que la hicimos Sabina, Pedro Guerra y yo. También recuerdo especialmente ‘Peces de Ciudad’, de Joaquín y yo. O ‘La del pirata cojo’, que la empezamos en mi casa una noche. Aunque yo destaco todas las canciones siempre.
¿Cuál es el proceso de composición de las canciones?
El método habitual con Joaquín era que cuando él tenía la letra o parte, me la daba para ver qué música se me ocurría. Por ejemplo, cuando tuvo la de ‘Ahora qué’, la primera del disco 19 días y 500 noches, me la dio y yo me fui a mi casa con una guitarrita a intentar ponerle música. Cuando me atrancaba, llamaba a algún amigo. En este caso, el bajista Paco Bastante y yo hicimos la música de esta canción. Partiendo de la letra hemos hecho el 90% de las cien canciones que tenemos.
¿Cómo ha cambiado en estos 40 años Pancho Varona?
Ahora soy más sabio, más perro. Conozco muy bien un oficio que me quedaba muy lejos cuando empecé. Quería ser funcionario del Estado y estaba preparando una oposición cuando Joaquín me dijo que me fuera con él. Ha cambiado tanto todo y yo sobre todo. Me he hecho un profesional de esto. Reconozco cada escenario, cada situación, cómo se desarrolla un concierto. Cuando voy a ver uno, me fijo en otros detalles que no suele mirar el público: lo que hace el técnico, las marcas de amplificadores que llevan, dónde está el mánager... Estos 40 años me han hecho ver la música de otra forma. Sigo siendo un melómano empedernido pero ahora veo la música desde un prisma más profesional. He conocido este mundo desde dentro pero sigo disfrutando de la música como si fuera un aficionado.
¿Y los próximos proyectos?
El primero no contagiarme [risas], que es un proyecto profesional porque si no, no trabajo. Este 2022 quiero celebrar mi gira de 40 aniversario y también conciertos con la Banda del Pirata Cojo, que somos un trío aunque también podemos ser un cuarteto o un quinteto. Tenemos un formato cambiante, la banda itinerante le llamo yo. Con esa banda quiero dar conciertos con un repertorio sabinero pero no como lo hago yo en acústico y en formato pequeñito sino como algo más rockero y más grande. Aparte de estos dos proyectos, tengo mi sección los sábados en RNE y un artículo en el diario As cada 15 días. Y siempre tengo canciones en el cajón por si algún día todo falla y me tengo que quedar en casa, pues me dedicaré a componer y a grabar canciones y a intentar enseñárselas al mundo.