"Siempre me ha gustado el 3D, hacer piezas que se puedan tocar y tengan volumen"

Desde niño le ha gustado dibujar y su padre siempre ha sido un gran aficionado a la escultura. De ahí le viene a Alonso Torrecilla (Cuenca, 1997) su pasión por el arte. Se formó en la Escuela de Arte Cruz Novillo y en la Facultad de Bellas Artes de Cuenca donde además cursó el Máster de Profesorado. Es más, trabajó como docente unos meses, pero decidió luchar por su sueño y ser un escultor del siglo XXI. “Siempre me ha gustado el 3D, hacer piezas que se puedan tocar y tengan volumen”, asegura.
Y la suerte llamó a su puerta. Y nada más y nada menos que en Punta Cana, donde se encargó de hacer las decoraciones de un parque temático. De ahí pasó a Estados Unidos, Alemania, Madrid y ahora se encuentra en Dinamarca. “He trabajado en dos vertientes de la escultura. Ahora los artistas quieren tener tres exposiciones a la vez rondando por el mundo y yo me encargaba de hacer reproducciones de sus obras. Luego está la parte de decoraciones ficticias que es lo que estoy haciendo últimamente”, cuenta.
Entre sus trabajos están una cascada de treinta metros de largo por ocho de alto para Dollywood Park, el parque temático dedicado a Dolly Parton, una montaña de 30 metros de alto para el Katmandu Park o el decorado de un estanque para pingüinos en el Aquarium de Barcelona.
Eso sí, su trabajo más especial hasta la fecha lo ha hecho en su pueblo, Villares del Saz de Navalón, pedanía de Jábaga. En una propiedad de la familia que se encuentra junto a la iglesia ha dado forma a un muro con estética antigua donde además ha colocado una vidriera pintada por él mismo que está protegida por una antigua reja de la Catedral de Cuenca que su abuelo rescató de la basura. “Mi padre es el precursor de este proyecto, siempre ha querido hacer un muro relacionado con la iglesia, que se encuentra en la misma calle”, cuenta. Esta obra de arte está en plena calle y ya ha llamado la atención de los vecinos y de algunos visitantes que han pasado por el pueblo. “Ha llamado mucho la atención porque, además, la vidriera está colocada de tal forma que cuando le da el sol se refleja la imagen en el asfalto”, explica. Y así es como ha conseguido cambiar totalmente la estética de un simple muro de ladrillo. Todo lo hace con mortero tixotrópico, un material que aguanta muy bien la humedad y que es fácil de moldear. “Al tardar mucho en secar nos permite trabajar durante muchas horas y hacer todo tipo de texturas”, cuenta. Para terminar, pinta sus trabajos con silicatos y tintes especiales con una alta durabilidad. Eso sí, el ingrediente fundamental para que sus trabajos sean un éxito es su talento.
Por ahora, Alonso quiere seguir trabajando en el extranjero, aunque en un futuro cercano estaría encantado de volver a Cuenca para desarrollar su carrera. “Hay infinidad de cosas que se pueden hacer con esta técnica”, apunta. Y es que, más allá de grandes proyectos escultóricos esta técnica puede desarrollarse en cualquier sitio. “Normalmente nos llaman para dar un aire nuevo a hoteles o parques temáticos, pero también podemos hacer proyectos para particulares en una vivienda”, concluye.