"Siempre digo que estoy consagrada para el arte"
Claudia Cerrillo Sevilla (Motilla del Palancar, Cuenca, 2002) cursó el Bachillerato de Artes y tenía en mente estudiar después Bellas Artes o Diseño Gráfico. Pero a pesar de que “disfrutaba muchísimo dibujando”, se dio cuenta de que no se veía dedicándose a ese ámbito en un futuro. Así que decidió arriesgar y apostar por lo que realmente era su pasión: el mundo de la interpretación, una disciplina en la que ya lleva un año y medio formándose en Madrid, con varios proyectos en la cabeza, uno de ellos crear un cortometraje propio.
El cambio de guion había comenzado a fraguarse mucho antes, cuando la joven estudiaba Secundaria y participó en la obra Mil historias que contar, una pieza muy “especial” que había sido construida con los diversos relatos reales que los estudiantes fueron recopilando de sus abuelos. “Me marcó mucho aquel teatro”, recuerda la ahora aspirante a actriz, que por aquel entonces interpretaba el papel de una mujer con demencia senil.
Con esa idea teatrera en la cabeza y aunque la decisión de apostar por la interpretación no fue bien entendida al principio en su familia –quien le recomendaba que se tomase esta disciplina como un hobby–, la joven optó por seguir su sueño y, tras marcharse un año a Londres para aprender inglés después de cursar el Bachillerato, se mudó a Madrid con el fin de formarse en este ámbito.
Comenzó estudiando en una academia aunque este curso continúa en otra, llamada Expresando, porque le interesaba “aprender nuevos métodos y técnicas”. En ella está aprendiendo a declamar para teatro, a interpretar delante de una cámara y a trabajar la voz, formándose también en análisis textual, donde aprenden a crear sus propios monólogos.
“Lo que más me gusta son las clases de interpretación en las que nos graban con la cámara”, cuenta, explicando que su gran aspiración es dedicarse al mundo del cine y a la televisión. Y hablando de sueños, el suyo sería poder trabajar con Carmen Machi. “Me encanta esa actriz”, reconoce.
Aunque su gran reto sería poder vivir en un futuro del mundo de la interpretación. “Pero cada cosa a su tiempo. Ahora tengo que formarme, aprender lo máximo e ir sembrando para luego recolectar”, subraya. Y apela a un refrán, “arrancada de caballo, frenada de burro”, para reflexionar sobre la conveniencia de ir avanzando poco a poco pero con paso firme.
Por eso, mientras se está formando actualmente –actividad que compagina con un trabajo como teleoperadora para poder pagar sus estudios– no desaprovecha la ocasión de participar en cualquier proyecto que le pueda ayudar a coger tablas sobre el escenario o delante de una cámara: ya ha colaborado en dos videoclips, ha hecho sus pinitos en un teatro musical y ha formado parte de varios proyectos del alumnado de Comunicación Audiovisual de la Universidad Complutense de Madrid.
“Puse un cartel en la Facultad de Comunicación con mi contacto por si alguien necesitaba una actriz para algún corto. Y me llamaron varias veces e hice muchos trabajos. Cogí experiencia y también me sirvió para establecer contactos”, apunta la joven.
Pero no solo tiene aspiraciones como actriz sino que también se plantea dar vida más adelante a sus propios proyectos audiovisuales. De hecho, tiene escrito ya un cortometraje que incluye cierta crítica social, el cual le gustaría que llegase a ver la luz más adelante. “Aunque de momento no me corre prisa y prefiero hacerlo bien”, puntualiza.
Con independencia de lo que pase en un futuro, se reafirma en que tomó la decisión correcta al decantarse por la interpretación. “Sigo creyendo que el mundo del dibujo, aunque me gusta también mucho, no es lo mío”, sostiene. De todas formas, resalta el componente artístico que comparten ambas disciplinas: “Siempre digo que estoy consagrada para el arte”.