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"Mi reto es hacer lo que me gusta y poder vivir de ello”

Andrea Rodríguez de la Vega ofrece en su pastelería vegana en el Casco Antiguo de Cuenca un amplio surtido de dulces sin ingredientes de origen animal
"Mi reto es hacer lo que me gusta y poder vivir de ello”
Foto: Saúl García
19/07/2024 - Dolo Cambronero

La conquense Andrea Rodríguez de la Vega, que sigue desde hace años una dieta que no incluye ningún producto de origen animal, ha hecho de su estilo de vida y de su afición por la repostería su profesión. Aunque estudió Magisterio y Psicopedagogía y complementó su formación con varios cursos sobre este ámbito, llegó un momento en que este sector no le llenaba del todo. Tras haber cambiado de rumbo y trabajado para varios establecimientos haciendo dulces, ahora ha dado un nuevo giro a su vida regresando a su ciudad natal –ha vivido en diversas partes, entre ellas Reino Unido y Asia– y montando su propio negocio en pleno Casco Antiguo: la coqueta pastelería vegana y artesanal My Cat’s Cake.

Después de ver diferentes espacios por la capital conquense, al final se decantó por unas dependencias situadas en el número 30 de la calle Alfonso VIII. “Me cuadró enseguida. El local me ha elegido a mí”, celebra la repostera, también vecina del Casco y que cree que “este barrio necesita más vida local, no tan turística, y gente con ideas nuevas y un poco alternativas para añadir al comercio de siempre algo diferente y darle un aire fresco”.

Tras acondicionar el local, el 1 de mayo abría sus puertas My Cat’s Cake. Amante de los gatos, su felino murió de repente y decidió rendirle homenaje poniéndole a su establecimiento este nombre en inglés, pensando tanto en el turismo que recibe esta parte de la ciudad como en poder exportar este proyecto si en un futuro opta por marcharse de nuevo fuera del país.

Brownie de almendra, cookies de diversos sabores, un gran surtido de bizcochos –por ejemplo, de calabaza, limón, chocolate o plátano–, magdalenas, tartas variadas –entre ellas de zanahoria y nueces, fresas, chocolate y naranja– tartaletas y granola son algunos de los suculentos dulces artesanales que se pueden encontrar en este establecimiento. Y no deja de hacer cursos y “experimentar” para ampliar en breve la oferta con otros artículos como los rollitos de canela.   

“Estoy contenta con la acogida que he tenido desde la apertura. La clientela se reparte al 50% entre turistas y vecinos de Cuenca. Y los de aquí repiten”, celebra esta emprendedora. “Vienen muchos veganos pero también otras personas que buscan algo diferente”, añade.

Uno de los grandes desafíos de la pastelería vegana es conseguir un sabor y textura similares a los de la repostería convencional, en la que varios productos de origen animal desempeñan un papel fundamental. Como ingredientes sustitutos de estos, Rodríguez de la Vega utiliza aceite en lugar de mantequilla, distintas bebidas vegetales para reemplazar la leche y, para suplir el huevo, “depende de la receta, a veces fruta o semillas”, precisa.

Y con el objetivo de ofrecer productos más saludables y que su clientela pueda disfrutar de deliciosos dulces “sin sentirse culpable después”, esta pastelera usa harinas integrales e intenta reducir al máximo los endulzantes.

Aunque la preparación de sus recetas cuenta con otro ingrediente muy especial: “Mucho amor. Le pongo lo mejor de mí”, subraya esta conquense que aprovecha para hacer hincapié en que una buena alimentación tiene beneficios tanto para el cuerpo como para la mente ya que una placentera comida puede ayudar a liberar serotonina, conocida como la hormona de la felicidad.

El balance de estos poco más de dos meses de andadura es positivo porque ha logrado cubrir un mínimo económico pero, sobre todo, porque está viendo reconocido su trabajo. “Me lancé con miedo e incertidumbre pero a la gente le están gustando mis productos y aplauden que sean diferentes”, destaca. De cara al futuro, le gustaría introducir cosas nuevas como recetas saladas. “No tengo grandes pretensiones de crecimiento. Mi reto es hacer lo que me gusta y poder vivir de ello”, enfatiza.