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“Pintar es como una droga. Si no pintas no tienes ganas, pero cuando empiezas no paras”

Ángel Izarra, autodefinido como figurativo, encontró en la enseñanza un complemento perfecto para dedicarse a su pasión y ya jubilado, desde 2018, expone su muestra en Cuenca
Fotos: R.V.
13/10/2024 - Ricardo Vega

A caballo entre Valencia y Cuenca vive, tal y como se le conoce artísticamente, Ángel Izarra (Álava, 1958). Un hombre nacido en el norte y que en la enseñanza encontró un espacio donde poder complementar su verdadera pasión, la pintura.

Llegó a Cuenca de rebote casi sin conocer la ciudad y cayó enamorado de ella. En la capital tiene uno de sus dos estudios, junto al de Valencia, y aquí además ha desarrollado parte de su carrera profesional como profesor en el IES Fernando Zóbel.

A pesar de pertenecer a un mundo artístico, no le gusta que le llamen artista, tan solo se identifica como pintor figurativo.

Desde bien pequeño aficionado al arte asegura tener influencias en esta rama por parte de su padre, algo que considera que ha sido “clave” para decantarse a este mundo y que le ha llevado mantenerse hasta la actualidad cumpliendo su sueño de ser pintor en los más de 50 años de trayectoria que lleva dedicándose a ello.

Ahora, ya jubilado desde el año 2018, expone en el Centro Cultural Aguirre de la capital en la sala de exposición una muestra de más de sesenta cuadros que reúne las creaciones más recientes de los últimos cinco años.

La exhibición comenzó el pasado 11 de septiembre y se prolongará hasta el 15 de octubre con cuadros sobre la ciudad dentro del proyecto ‘Días de Arte Conquense’, organizado desde la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Cuenca y coordinado por Carlos Codes.

Tanto la exposición como la muestra no tiene ningún nombre, todo lo que ofrece se encuentra dividido en cuatro salas.

Izarra estará en el Centro Cultural Aguirre con su exposición hasta el 15 de octubre con una muestra de más de 60 cuadros, en su mayoría, sobre Cuenca

En la primera de ellas se puede disfrutar de obras relacionadas con el río Júcar y todo ello está realizado prácticamente en lienzo pegado a madera; en la segunda, la gran mayoría son obras relacionadas con Cuenca en un estilo “más urbano” y compuesto por algún cuadro sobre guerras, como la que afecta a Israel y Palestina a la cual ha dedicado una pintura en la que pretende mostrar “una pequeña esperanza” a través de un limonero que crece en medio de la ciudad de Gaza destruida por las bombas llamado ‘Limonero en Gaza’.

En la tercera sala, introduce elementos pictóricos “distintos”, aunque en su mayoría sigue tratando Cuenca y, en la última sala, se puede contemplar, sobre todo, bodegones pintados durante la época de la pandemia del Covid-19 que realizó en su casa de Valencia.

Acerca de esta última sala sobre bodegones explica que se levantaba de madrugaba, sin desayunar muchas veces, y colocaba “rápidamente” las frutas porque la luz se modificaba conforme avanza el día y eso era influyente.

Por ello, tenía que esperar a pintar a una hora exacta, pero, a pesar de todo, el proceso lo “disfrutó muchísimo”.

Todos los cuadros expuestos se encuentran numerados y, aunque no están a la venta en este espacio, se podrían adquirir con un precio que va desde los cuadros más pequeños tasados en 150 euros hasta el más grande valorado en 6.600 euros, con un descuento que aplicará a quien esté interesado.

En cuanto a la sala que trata sobre el río Júcar, comenta que encontró la inspiración de este lugar un día que paseaba con su actual mujer por la zona.

Fue en ese preciso instante al tomar una foto del espacio en que se encontraba cuando reparó en la belleza del paisaje fotografiado y que le sirvió para incluirlo en la exposición. De hecho, Izarra dice que es la primera vez en su vida que realiza una serie como tal.

El pintor explica que para él su oficio es como si fuese un viaje. “La sensación que tengo yo al pintar es como si hiciera un viaje, como si me metiera dentro del cuadro”

En este sentido, añade que existen “épocas más secas” en su trabajo, pero una vez que empiezas asegura que “es como una droga. Si no pintas, no tienes ganas de pintar y cuando empiezas a pintar, no paras.”

Tras pedir destino en varios puntos de España para tratar de ser profesor, acabó en la ciudad de Cuenca en torno a la época de los años 80. También hubo una época en la que vivió en Madrid y ahí tiene el recuerdo de mirar por la ventana los camiones estacionados y dibujarlos hasta que, poco a poco, se introdujo en este mundo.

Salvo un año en el que tuvo que interrumpir su proyección debido al servicio militar obligatorio, recuerda no haber parado de pintar desde que con 13 años su padre le regalase su primer caballete.

Graduado en Bellas Artes en la capital madrileña tuvo el pensamiento de estudiar la carrera de Periodismo, pero finalmente escogió el camino del arte y posteriormente su vida le llevó a enseñar en institutos de la zona de Cuenca y Valencia compaginando su faceta como pintor.

Acumula más de 50 años de trayectoria que ha compaginado como profesor en centros de la Comunidad Valenciana y el IES Fernando Zóbel de la capital hasta el año 2018 que se jubiló

En un momento complicado para el gremio, recuerda que, en sus inicios como pintor, vendía “muchísimo” más que ahora. Actualmente, al contrario que en su mejor época acumula más trabajo y su estudio cada vez se le queda más pequeño.

Autoconcebido como una persona antisocial, su estilo se caracteriza por paisajes urbanos más oscuros “casi sin presencia humana”. Resalta que, anteriormente, sus cuadros fueron “más hiperrealistas”, pero su forma de pintar atravesó diversas etapas en las que plasmaba cosas “donde se mezclaba un poco la abstracción con la figuración”.

 

Visión en la actualidad sobre el arte

Al ser preguntado sobre lo que significa el arte para él, comenta que es como “una reflexión interior respecto al entorno en que vivimos”.

Sobre sus obras, considera que son trabajos que tienen “cierta calidad”, a pesar de que “aparentemente están poco trabajadas”.

En un mundo que cada vez se compra menos este tipo de trabajos creativos y su consumo se traslada a las redes sociales Izarra lamenta la complejidad que existe en este gremio de poder vivir de ello porque cada vez está peor.

Poder vivir de la venta de cuadros agrega que es “muy difícil” y a todo ello se suma la multitud de pintores que existen, “levantas una piedra y salimos 200”.

En este sentido, también comenta que las posibilidades de crecer o mantenerte depende, entre otros factores, del lugar en el que te quieras desarrollar como artista ya que “en las ciudades pequeñas es más difícil”.

Desde su faceta como profesor y pintor a lo largo de estos años, sumado a toda su experiencia, el consejo que deja para las personas que quieren comenzar en este sector es que esa persona “siga trabajando y que no pierda la ilusión, pero que sea consciente de que estos son momentos malos porque le va a costar vender, sobre todo, si está al principio”.

Pone de ejemplo el caso de su hija que ha estudiado la carrera de Bellas Artes y como “no estaba convencida” de las salidas profesionales que pudiera tener, finalmente ha escogido el camino de la enseñanza como su progenitor.

Cuenca, entre otras cosas, es conocida por tener la única carrera artística con su Facultad ubicada en el campus de la capital de la Universidad de Castilla-La Mancha, además ha sido tierra de pintores de reconocido prestigio como Fernando Zóbel y lugar de iniciativas como el conocido ‘Paseo del Arte’ creado por la asociación cultural ‘Arte 6’ en colaboración con el Ayuntamiento de la ciudad en donde se realizan actividades y exposiciones de pintura.

Ante todo, considera que el ambiente cultural que ofrece Cuenca ‘está muy bien”, a pesar de que podría mejorarse en “ciertos aspectos”. Por lo que, a pesar de no estar “muy metido” activamente en todo lo que rodea esta cuestión, su valoración es “muy positiva”.

Con esta exposición comienza para él un periodo de descanso porque “acaba saturado” y deja de pintar. De cara al futuro le gustaría poder presentar obra grande a concursos de ámbito nacional por lo que actualmente está en lo que se podría conocer como el “dique seco”.


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Angel Izarra