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“La música no va de entender, va de sentir”

La prestigiosa pianista Judith Jáuregui ofrece un recital este domingo en la iglesia de San Andrés en el Ciclo de Adviento
“La música no va de entender, va de sentir”
La pianista Judith Jáuregui. Foto: Michal Novak
05/12/2021 - Dolo Cambronero

Cuando Daniel Broncano propuso a Judith Jáuregui (San Sebastián, 1985) participar en el Ciclo de Adviento de la Semana de Música Religiosa de Cuenca, le dijo que pensara en el concepto de “belleza sublime”. La pianista, que estará en la capital este domingo 5 de diciembre (iglesia de San Andrés, 18:00 horas), se ha decantado finalmente por incluir en su recital obras de Brahms, Chopin, Mompou y Grieg. “Cada una tiene algo de sublime, entendido como una belleza pura, que no tiene artificio, eterna que encontramos en la naturaleza, en la que se inspiraron algunas de estas obras”, asegura. 

"Va a ser un recital con una amplísima variedad de sensaciones, de emociones, de colores, de cambios de intimidad y recogimiento a explosión. Es una hora para atreverse a volar", describe al tiempo que anima a los conquenses a disfrutar de esta música "maravillosa". 

“Mi repertorio comprende tres siglos. Es precioso tener un montón de obras para elegir e inspirarme”, subraya la pianista, que vaticina que va a ser un concierto “muy especial y emocionante” porque supone el reencuentro de la Semana de Música Religiosa con el público y en un periodo “de reflexión, de recogimiento” y en "una iglesia íntima".

La pianista, una de las más prestigiosas en nuestro país y con una gran trayectoria internacional, detalla que arrancará su recital con Brahms, "un compositor romántico que se inspiraba mucho en la naturaleza". En concreto, ha elegido una de las obras que escribió en sus últimos años, de introspección y de espiritualidad e inspirada en el tema de la muerte. "Ahí encontramos esa verdad que hay tanto en la naturaleza como en la reflexión y el encuentro con uno mismo en el final de los días", explica Jáuregui.

Después seguirá con la primera balada de Chopin. "Es muy reconocida por la gente. Aunque no sepa qué obra es, seguro que la ha escuchado. Tiene una fuerza, una explosión, una pasión y también un tormento enormes. Pero el autor también tiene siempre una parte poética, idílica de lo que es una melodía. Todos estos compositores son creadores de grandes melodías", considera.

El recital viajará después a Mompou, un compositor por el que la pianista dice sentir "verdadera pasión": "Tengo una gran conexión con su música. La descubrí siendo niña y no me he podido desenganchar de ella. Mompou es una invitación a una meditación, a un silencio. En él es tan importante el silencio como la música". Así, después de la explosión de Chopin, la pianista volverá "a la esencia, a lo minimalista pero muy profundo".

Y la actuación terminará con Grieg, un compositor noruego romántico que se inspiraba en la naturaleza de su país y en las leyendas de Escandinavia. El público asistente podrá escuchar una sonata que el autor escribió con tan solo 22 años. "Vamos del final de la vida de Brahms a la juventud vigorosa de Grieg. Es muy virtuosa y muy apasionada pero tiene también ese punto de lirismo, de magia, de canto que tiene toda la música de Grieg", cuenta. "Aquellos que no están tan cerca de la música clásica han escuchado La mañana de Grieg muchísimas veces aunque no es lo que yo voy a tocar porque es orquestal. Pero forma parte del ADN de todos. Son melodías que conocemos y les va a llevar a una conexión con algo que ya está dentro de nosotros", afirma. 

De esta manera, Jaúregui anima a la ciudadanía a “atreverse” con la música clásica y a “quitarse los prejuicios”: “Cuando alguien va a un museo aunque no sea experto en pintura, se permite disfrutar y va abierto. ¿Por qué nos cerramos con la música cuando hay todo un mundo de emociones por descubrir? Si conocemos más, podremos degustar los detalles, pero la emoción y la música no van de entender, van de sentir, de atreverse con el mundo enorme de humanidad, de emociones, de colores, de sensaciones que proponen los autores”. 

Sobre esta cuestión, sostiene que España adolece de educación musical "de base". "En otros países, aunque no vayan a ser músicos profesionales, conviven con la música de forma natural desde que nacen porque la música está en la calle y se estudia en los colegios. Aquí falta esa naturalidad", lamenta.

"De pequeña, fui creciendo de una forma muy bonita y muy natural en la relación con el público y con la música, con el estudio diario. Entonces era un juego. Luego ya cuando la cosa se hizo consciente, tuve que rescatar la idea del juego. Muchas veces tenemos que mirar al niño que fuimos"

Por ello, iniciativas como este Ciclo de Adviento de la SMR le parecen "fundamentales" porque llenan la ciudad de música en espacios que los ciudadanos reconocen como "propios". "Esa es la manera. La música no está en ninguna esfera abstracta; está en la vida real, con nosotros. La música en directo, de cualquier estilo, es necesaria, es única", remarca, al tiempo que añade que esta "te da la libertad de jugar con tu propia imaginación y fantasía como cuando abres un libro".

La instrumentista hace hincapié además en que la música clásica son "muchísimos estilos diferentes". Como ejemplo, propone un variado viaje musical: "Puedes comenzar con un Mozart, un Beethoven, un Haydn... y después descubrir la música romántica, que es Chopin, Schuman... y seguir por la música francesa de principios del siglo XX, de la Belle Époque, o por la música rusa de los años 20, 30, 50 hasta llegar a la música de hoy. Hay mucha variedad por descubrir". 

“La música no va de entender, va de sentir”

Mirando al futuro, la pianista considera que viene un 2022 “muy ilusionante” después de las dificultades que ha vivido el mundo de la cultura debido a la pandemia aunque, no obstante, admite que también habido oportunidades “muy bonitas y muy inolvidables” porque el reencuentro con los espectadores ha sido de una “gran profundidad”. “Toco yo pero el concierto lo damos todos. Sin público no hay nada. La energía que se crea es común. Yo cuento las cosas con el piano pero ellos están respondiendo, con su emoción y con su silencio. Esa conexión es algo que no se puede vivir en otro lado”, remarca.

Después de ese parón, ahora tiene por delante una etapa en la que volverá a viajar a otros países como Italia, Francia y Bélgica. “Ahora parece, y ojalá que pueda reconducirse la situación porque estamos viendo aumento de casos en Europa, que vamos a volver a poder compartir la música sin límites, que es lo natural en ella, sin fronteras”, señala. Además, en nuestro país también le esperan citas en diversos puntos como Mallorca, Santiago de Compostela, Murcia, Bilbao y Alicante, entre otros sitios, y “con repertorios apasionantes”.

Pero ¿cómo se inició Jáuregui en el mundo de la música? En su casa había un piano y ella siempre quería tocarlo, algo que empezó a hacer a los cinco años después de un intento frustrado con el violín. "Tuve una profesora terrible, que me decía que me iba a cortar los dedos si tocaba mal", bromea ahora. Pero después de aquella mala experiencia con el violín reconoce que tuvo "muchísima suerte" con sus primeros profesores de piano, quienes pronto se dieron cuenta de que lo que ella quería era compartir la música, que le gustaba tocar para la gente. Así, a los ocho le dieron su primera oportunidad de subirse a un escenario. "Y fui creciendo de una forma muy bonita y muy natural en la relación con el público y con la música, con el estudio diario. Entonces era un juego. Luego ya cuando la cosa se hizo consciente, tuve que rescatar la idea del juego. Muchas veces tenemos que mirar al niño que fuimos", subraya.

Y, desde entonces, la música es "como el aire" para ella: "No se puede separar de lo que soy yo, de mi vida. Es mi día a día, mi desarrollo. Paso mucho tiempo entre música. Forma parte de mí; es donde habito".


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