"Muchos quieren un perro perfecto pero no existe. Hay que respetar sus necesidades"
Su primer perro llegó a su vida cuando tenía doce años. Después, a los 21, vendrían las hermanas Dama y Sombra, dos cachorras de border collie “muy sensibles” que empezaron a tener problemas de comportamiento. La conquense Sara Moya de Lerma recurrió entonces a adiestradores caninos pero, tras dos dudosas experiencias, comenzó a formarse ella misma en esta disciplina para poder conocer a sus mascotas y en la actualidad también imparte clases en el Club Agility Pataplán de Cuenca.
“Mi primer perro sufrió de desconocimiento, como la mayoría”, rememora la joven -de 27 años-, desmontando el tópico de que el animal debe obedecer en todo al dueño. No obstante, tampoco hay que llegar al extremo contrario: “La primera adiestradora con la que contacté me dijo prácticamente que dejara que Dama y Sombra hicieran lo que quisieran”. El segundo profesional al que acudió empeoró aún más las cosas: le recomendó un collar de ahorque (artefacto que “ahoga” al animal cuando este o el prioritario tiran de la correa).
“Lo que les pasaba a Dama y Sombra era que tenían miedo”, reflexiona. Al año de tenerlas fue cuando decidió formarse en lenguaje canino y en adiestramiento, y todo comenzó a cambiar: “Empecé a conocerlas. Ahora son mis compañeras de vida y no tenemos una relación de dueña-mascotas”.
La clave está en “comprenderlas y cubrir sus necesidades”. “Intento enseñar así. Los perros tienen su propio lenguaje”, asegura. Desde hace dos años imparte clases en el Club Agility Pataplán, donde ha tenido la oportunidad de “enseñar a la gente a entender a sus mascotas”.
Los que acuden a sus clases son o bien personas que tienen un cachorro “y quieren hacerlo bien desde el principio” o bien aquellos que se encuentran con un perro con problemas. Pone como ejemplo a los border collie, la raza de Dama y Sombra. “Los venden como muy inteligentes pero son muy sensibles. Son perros de pastoreo y, si no se les trata de forma correcta, pueden perseguir niños o bicis porque en su genética está ir detrás de las ovejas”, apunta.
La clave está así “en entender sus miedos y respetarlos”. “A mis perras no les gustan los niños, por lo que no se me ocurriría llevarlas a una guardería. Hay que evitar los conflictos”, aconseja.
“Muchos quieren un perro que no tire del collar, que no ladre, que se siente cuando ellos quieren"“Tener un perro no es llevarlo al parque tres veces al día y lanzarle una pelota”, advierte. Así, recalca que, además del ejercicio físico -las necesidades varían dependiendo de la raza y de cada animal concreto-, hay que trabajar también con ellos la parte mental para lidiar con los problemas y tratar la frustración. “Son como niños”, admite. Asimismo, debe prestarse igualmente atención al olfato ya que muchas veces los dueños van con prisas y no se paran para dejar oler a los perros “y, para ellos, es su principal sentido”.
“Muchos quieren un perro perfecto. Que no tire del collar, que no ladre, que no reaccione, que se siente cuando ellos quieren... La perfección no existe. Hay que entenderlos y respetar sus necesidades. Cada animal es un mundo”, hace hincapié.
Graduada en Trabajo Social, Sara ha sido también técnico en terapia asistida con animales con niños, personas con discapacidad y mayores. “Se juntaron mis ganas de ayudar a la sociedad con mi pasión por los perros”, celebra.
Además, la joven también acaba de finalizar el Ciclo Superior de Fotografía en la Escuela de Arte Cruz Novillo y tiene previsto marcharse en septiembre a Bilbao para seguir estudiando en el Centro de Fotografía Contemporánea.
No obstante, el mundo canino seguirá teniendo un papel fundamental. Dama y Sombra lo son todo para ella: “Llegaron en una etapa difícil de mi vida y me han dado mucho. Me han ayudado en los bajones y también están en los mejores momentos. Son muy importantes para mí”.