Jurgen Hans Loos: El guía turístico holandés que más sabe de Cuenca
30/03/2017 - N.Lozano
Un amante de la Historia que enseña a los turistas las maravillas de la ciudad y de la provincia
Vino a Cuenca por primera vez en 1988 para mejorar el español, idioma que estudiaba en su país natal, Holanda. La primera estancia de 6 semanas en la Residencia ‘Alonso de Ojeda’, por entonces albergue juvenil, se convirtieron en 3 meses al año siguiente, y en residencia definitiva a partir de 1990, cuando acabó su carrera universitaria.
Jurgen Hans Loos es guía oficial turístico desde hace tres años. Tiene su propia empresa, ‘CuencaGuiada’, que compagina con su tienda de artesanía en la Plaza Mayor, donde también vende sus pirograbados.
Cuando llegó a la capital, hace 27 años, trabajó prácticamente de todo: profesor de inglés, mozo de mercancías en hipermercados, administrativo en el Museo de las Ciencias y traductor. Pero sus grandes hobbies son escribir y la Historia, y de ahí surgió su pasión por conocer todos y cada uno de los rincones de nuestra ciudad. A muchos les sorprendería todo lo que sabe de ella.
Decidió sacarse el título de guía oficial y, a partir de ahí, su propia curiosidad y diferentes cursos especializados, le ayudaron a completar su formación.
Hoy oferta a los visitantes diferentes rutas. Por ejemplo, una curiosa, la de Flandes, donde utiliza las ‘Vistas de Cuenca’ dibujadas en el siglo XVI por su ‘paisano’ Van den Wyngaerde, para comparar la Cuenca de ayer y hoy. La de ‘Cuenca medieval’ en la que recorre la parte alta; o ‘Encanto nocturno’, “la preferida del público por lo impresionante que están de noche las hoces iluminadas”, explica Jurgen.
Asimismo, hay rutas por la provincia, especialmente a la Ciudad Encantada, el destino más demandado, aunque también a Uña o al nacimiento del Río Cuervo.
Este guía ‘conquense-holandés’ trata de hacer las visitas lo más amenas posible. “Me gusta explicar el por qué de las cosas, huyo de fechas o datos que puedan aburrir a la gente”.
Apasionado de Cuenca, sus vistas favoritas son las de la Hoz del Huécar y el Puente San Pablo que pueden contemplarse a espaldas del Archivo Histórico Provincial, a las puertas del Castillo. “Es de lo más bonito que he visto”, afirma. También le parece “increíble” la panorámica desde el Cerro Socorro, “desde donde podría hacer la visita guiada completa”, y enclaves como Las Torcas, de los que dice que “es una pena que no se demanden por falta de conocimiento”. En su opinión, la ciudad tiene enormes recursos turísticos y los establecimientos hoteleros una muy buena relación calidad-precio, aunque reconoce que, cuando hay puentes o picos de afluencia muy altos, la oferta se queda corta. En este sentido, preferiría que las visitas fueran más escalonadas en lugar de venir mucha gente de golpe, “pero eso es algo que no se puede controlar”.
Jurgen tiene a medias una novela sobre la conquista de Argentina que no sabe cuándo podrá terminar “porque esto me absorbe el cien por cien de mi tiempo”.
De sus anécdotas como guía, recuerda con emoción cuando un americano escuchó cantar a un cuco en Uña y pensaba que era un reloj, “porque no sabía que existía, y me asombró ver su cara de entusiasmo al descubrir que era un pájaro de verdad”.
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