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“Es importante que las mujeres empecemos a contar nuestras propias historias”

La actriz conquense realiza por primera vez un papel cinematográfico en su carrera y reivindica mayor presencia de relatos femeninos en el cine
“Es importante que las mujeres empecemos a contar nuestras propias historias”
Foto: R.V.
17/11/2024 - Ricardo Vega

Tras toda una carrera ligada a la interpretación, concretamente en su faceta teatral, donde ha obtenido mayor reconocimiento, la actriz Beatriz Grimaldos (Cuenca, 1983) da el salto a la gran pantalla. En su trayectoria ha protagonizado numerosos montajes teatrales y participado en representaciones de clásicos como La Celestina, aún en activo. Todo ello le ha llevado a ganar el premio a Mejor Actriz de Reparto en los Premios METjores de Teatro (2020) o a ser nominada como mejor actriz revelación (2014) y de reparto (2024) en los premios de la Unión de Actores y Actrices. Ahora, a sus 41 años, debuta en cine con la película Verano en diciembre, de la directora novel Carolina África, a quien está “infinitamente agradecida” por haber contado con ella. En el filme, Grimaldos interpreta el papel de Alicia, la segunda de cuatro hermanas. La película es una adaptación de la obra teatral homónima, dirigida y escrita por África hace más de una década. La actriz, que ha cambiado de registro, considera que hay que empezar a “desdibujar” la barrera entre actrices de cine y teatro, mientras desea que no sea su última experiencia cinematográfica.

 

Después de una sólida trayectoria en los teatros, llega su primera oportunidad en el cine. ¿Cómo la recibe?

Con muchísima ilusión. Ha sido un viaje de descubrimiento y aprendizaje espectacular de este nuevo medio que es el cine, al que admiro profundamente, pero nunca había tenido la oportunidad de acceder. Lo viví muy ilusionada, pero también con miedo, porque me asaltaban un montón de inseguridades.

 

Entre el reparto se encuentran actores de reconocido prestigio como Antonio Resines, Carmen Machi, Victoria Luengo o Bárbara Lennie. ¿Cómo ha sido trabajar con este equipo?

Ha sido maravilloso. Conocía a Bárbara Lennie de antes y eso me ayudó muchísimo a sentirme un poco más en casa. Luego también me encontré con que Victoria Luengo y Carmen Machi son dos personas maravillosas que también me lo hicieron todo muy fácil. Con Antonio Resines no he coincidido mucho en secuencias, pero ha sido, sobre todo, un máster de interpretación exprés, porque he aprendido infinito de ellas, y ha sido una experiencia muy positiva a nivel humano.

 

¿Qué diferencias has encontrado entre el teatro y el cine?

Muchísimas, pero en esencia es lo mismo. El lenguaje o el código es totalmente diferente. Lo que en teatro tienes que hacer grande, en cine con una mirada ya te vale. Por ejemplo, en el cine no se rueda de manera cronológica; te suele tocar rodar una secuencia sin haber hecho la anterior. Por ello tienes que tener muy claro el arco de tu personaje y siempre saber de dónde viene y a dónde va. En el teatro no es así: empiezas y terminas. Te pegas todo el viaje emocional como en un plano secuencia. Me da mucha rabia esta barrera que existe entre actriz de teatro y de cine; creo que se tiene que empezar a desdibujar un poco. De hecho, en la película, la mayoría de actores y actrices que salen en personajes menos protagónicos vienen del teatro.

 

¿En qué faceta se siente más cómoda?

El cine me ha sorprendido para bien; no creía que me fuese a sentir tan cómoda. Es muy difícil elegir porque, para mí, el teatro es donde respiro, vivo, vibro, y me encanta, pero el cine también me gustaría poder explorarlo más. A día de hoy, también por mi contexto personal –soy madre–, es más difícil para mí conciliar el teatro: las giras, trabajar por las noches, todas las funciones... Así que, igual si me haces elegir, a día de hoy me quedo con el cine.

 

En la película interpreta a Alicia. ¿Qué cosas comparte con el personaje?

Esto nunca lo he contado, pero cuando llegaba al rodaje siempre me decían: “Pero… ¿tú vas de Alicia o de ti?”. Íbamos vestidas igual; compartimos un abrigo idéntico que tenía hace 20 años en la universidad. Tenemos varias cosas en común.Es una persona muy pasional y de mucho carácter. También es artista –ella en la pintura y yo en la interpretación–, y hemos apostado por nuestra vocación pese a que en nuestra familia no hay antecedentes en el mundo artístico. Luego nos diferenciamos en muchas cosas. Las dos somos unas supervivientes en las artes, pero ella con mucho menos apoyo familiar que yo. Además, ella está en un momento complejo y las elecciones que toma a nivel sentimental no son las que yo tomaría (ríe). Son un poco tóxicas.

 

La película es una adaptación de la obra teatral de Carolina. ¿Le ha hecho sentir más cómoda al partir de una base?

Verano en diciembre es una adaptación de una obra de teatro homónima que estuvo en gira más de diez años. Hice este personaje, no en Verano en diciembre, sino en una secuela que se hizo después, Otoño en abril, en el Centro Dramático Nacional. Haber hecho este personaje previamente me dio un recorrido; lo había trabajado muchísimo en teatro y partes con una base muy sólida, aunque tengas que adaptarlo al código cine. Alicia me ha traído muchas alegrías y es un personaje que le tengo especial cariño.

 

Carolina debuta como directora y usted en el cine. ¿Cómo es esta sensación?

Ha sido muy bonito cuando empiezas en un mundo nuevo de la mano con alguien que también se está estrenando. Una ilusión doble. Nunca le podré estar lo suficientemente agradecida por haberme hecho vivir una experiencia tan bonita.

 

A pesar de esta nueva etapa, ¿seguirá haciendo teatro?

¡Claro! Aunque esta profesión es una carrera de fondo y cuando terminas un proyecto empiezas otra vez en la línea de salida. Ahora estoy terminando algunos bolos que me quedan de La Celestina, el montaje teatral con el que llevo ya casi dos años y que en diciembre termina gira. También estoy haciendo una serie donde me quedan algunos días de rodaje, y en enero ya no tengo trabajo. Entonces, si me sale teatro, feliz. Si me sale otra peli, más feliz todavía. Aunque voy a seguir haciendo teatro, pero me lo tienen que ofrecer.

 

Si echase la vista al pasado, ¿se imaginaba la carrera que tendría?

Estoy teniendo mucha suerte porque se me están abriendo muchas puertas. Mi amigo Ramón siempre me dijo: “Tú vas a ser actriz a tu pesar”. Esta es una profesión muy azarosa, pero siempre he tenido claro qué es lo que quería hacer y siempre lo he peleado. También he estado muy conectada en todos los momentos que me ha tocado vivir, sin grandes vuelos, tanto los que he tenido trabajo como los que no. Viéndolo desde fuera, a veces sí que me sorprendo.

 

Si alguien le pidiera consejo para ser actriz, ¿la recomendaría?

Me parece una profesión bellísima, pero tienes que estar preparado al rechazo constante cuando haces castings y a los momentos de barbecho en los que no hay trabajo, por lo que hay que tener la mente muy preparada para no creerte nadie cuando de repente tienes un gran proyecto, pero tampoco creerte menos cuando no estás trabajando. Porque eres igual de buena actriz cuando estás currando que cuando no. Tengo amigas muy buenas actrices que no han tenido las oportunidades que estoy teniendo, y no es porque sean peores que yo. Es la vida, que es así de azarosa. Yo sí que la recomiendo porque, si es tu vocación, no vas a poder dejar de pelear por ella.

 

¿Cuáles son sus futuros proyectos?

Ahora mismo estoy finalizando la gira de La Celestina y también estoy inmersa en una serie de Netflix, Olympo, que se estrenará el año que viene. Ahora me encuentro centrada en la promoción de la película, a pesar de la situación convulsa que nos ha tocado vivir –en referencia a la Dana–.

 

Usted es de Cuenca y la Dana afectó a Mira. ¿Cómo lo ha vivido?

Para mí ha sido muy extraño y muy raro tener que hacer promoción cuando tu cuerpo y mente están pensando en aquellas personas cuyas vidas han sido devastadas. Es horrible estos sentimientos encontrados, porque cuando fue el preestreno hay algo que te toca celebrar en un momento tan especial para mí, pero estás con un sentimiento muy agridulce ya que nuestra mirada, corazón y cabeza están con las personas que han sufrido las consecuencias de la Dana.