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"Trabajar en Cuenca sería un sueño para mí”

El paleontólogo conquense, que prepara su tesis doctoral en el Museo de Historia Natural de Berlín, espera poder volver a España tras culminar sus estudios
"Trabajar en Cuenca sería un sueño para mí”
Foto: Sara M. de Lerma
04/08/2021 - Dolo Cambronero

Fernando Blanco Segovia (Cuenca, 1991) decidió estudiar Biología en la Universidad Complutense porque le gustaban los animales aunque no tenía muy claro por aquel entonces hacia dónde encaminarse. Pero durante la carrera, tuvo que leer un libro que le ayudó a despejar todas las dudas: La vida maravillosa, de Stephen Jay Gould, que acabaría despertando en él la vocación por la paleontología, lo que le llevó después a cursar un máster para especializarse en esta disciplina. El joven, que prepara ahora su tesis doctoral en el Museo de Historia Natural de Berlín, ha participado recientemente en la elaboración de un estudio sobre el auge y declive del icónico linaje de los elefantes, mamuts y mastodontes.

Siete investigadores de España, Finlandia, Reino Unido, Alemania y Argentina han tomado parte en este estudio sobre los grandes mamíferos conocidos como proboscídeos, publicado en Nature Ecology & Evolution. “Ahora hay tres especies de elefantes pero en el pasado eran un grupo mucho más diverso, donde se enmarcaban también los mastodontes, los mamuts… En total, durante la historia evolutiva de este linaje, desde hace 60 millones de años, hemos visto que había casi 200 especies e incluso ha habido ciertos momentos en los que han llegado a convivir hasta 30 en el mismo rango temporal”, apunta.

La principal conclusión de este estudio es que la nueva conexión entre continentes (Afro-Arabia se conectó con Eurasia hace unos 22 millones de años) y cambios ambientales como las glaciaciones (hace unos tres millones de años) fueron determinantes en el auge y declive de este grupo.

Tras la conexión de los continentes, estos animales salieron de África y exploraron nuevos ambientes, lo que les permitió diversificarse para adaptarse a estos ambientes, primer paso del auge. Sin embargo, el declive comenzó hace siete millones de años, con la expansión de las praderas y sabanas muy abiertas, lo que provocó que comenzaran a extinguirse estas especies, adaptadas a zonas más boscosas. 

“El homo sapiens no tuvo un papel determinante en la extinción de esta megafauna, como se conoce a estos grandes hervíboros. Pero seguramente dio la estocada final a un grupo que ya venía en declive mucho tiempo atrás”, matiza.       

El investigador conquense reconoce que en su vocación por la paleontología también ha tenido mucho que ver que próximo a su ciudad natal se encuentre uno de los yacimientos más importantes del Cretácico inferior, el de Las Hoyas. “Eso ha hecho que esté más cerca de la paleontología que personas de otros lugares”, admite. 

Un lugar que este paleontólogo conoce muy bien dado que este verano ha participado en su séptima campaña de excavaciones en los yacimientos de Las Hoyas y Buenache de la Sierra. “Empecé a venir cuando aún estaba en la carrera y he seguido colaborando”, relata.

“En Buenache hemos hecho un descubrimiento muy importante [un fósil de grandes dimensiones] y en Las Hoyas también hemos encontrado un rastro de cocodrilo y fósiles interesantes por lo que podemos decir que ha sido una campaña muy fructífera”, celebra.

Aunque cada yacimiento tiene su particularidad, muy determinada por la geología, en el caso de Las Hoyas y Buenache de la Sierra, conformados por calizas, Blanco detalla que, armados con cinceles y martillos, se lleva a cabo una excavación sistemática para, “de una manera muy fina y nivel a nivel”, ir abriendo las hojas de la piedra, “que parecen prácticamente un libro”, para ir encontrando los fósiles. “Intentamos    exprimir hasta la última gota de información”, subraya.    

El joven, que va a hacer tres años en Berlín, tiene previsto finalizar su tesis a finales de este año, cuando tendrá que empezar a buscar un contrato posdoctoral. “A mí me gustaría mucho volver a España y, en concreto, a Cuenca pero siendo realistas, es algo muy difícil. La situación de la ciencia española es bastante precaria ahora y es complicado para los investigadores sobre todo jóvenes que estamos fuera tener esperanzas de poder volver”, apunta. No obstante, no pierde del todo la fe y lanza la mirada hacia el Centro de Investigación sobre Paleontología proyectado para la capital conquense: “Espero que se haga realidad algún día y pueda trabajar aquí. Sería un sueño para mí”.