"Haber jugado más de 130 partidos al final te curte, he crecido mucho y estoy orgulloso"
Sergio López, el hombre de la casa, un clásico del Ciudad Encantada y un referente del balonmano en Cuenca, ha puesto fin a su travesía en el Tatran Presov, donde ha militado por dos temporadas. Sentado en las gradas de El Sargal, esas mismas que ha hecho estallar tantas veces con sus goles como jugador, desgrana su etapa en el club eslovaco antes de lanzarse a buscar una nueva aventura.
¿Qué balance haces de estos dos años en el Tatran Presov?
Han sido una montaña rusa porque hemos tenido muchos problemas, lesiones, más de 90 partidos esta temporada, muchos viajes… hemos pasado semanas fuera de casa pero también, por suerte, hemos tenido grandes momentos ganando títulos, ganando a Montpellier que es un auténtico equipazo, a Vardar, compitiendo contra el Benfica… estar ahí, para competir en esos partidos, es para lo que me marché.
Ha sido una buena temporada con la Copa y el subcampeonato de Liga
El objetivo allí siempre es ganar todas las competiciones locales y desde ese punto de vista no se ha conseguido todo lo que queríamos, pero teniendo en cuenta de lo que veníamos como el poco tiempo para entrenar y que a mitad de temporada se contrató a un entrenador que tenía su primera experiencia con un equipo… el haber acabado bien, consiguiendo la Copa que la pude disfrutar con mi padre allí, y compitiendo bien en la final de Liga es algo que, con todo lo que tuvimos, no está nada mal al final.
¿Cómo se gesta tu salida?
Tatran es un club que tiene una deriva descendente en el aspecto de que hace unos años competía en Champions League, que ahora es EHF, y posiblemente en un futuro sea la Copa de Europa que sería como la Conference League en fútbol. Y el presidente, que es quien pone el dinero en el club, cada vez va poniendo un poquito menos. Ahora ha decidido apostar por dos jugadores de Eslovaquia que a su juicio le pueden dar resultado.
¿Cómo es el nivel de la liga eslovaca y qué tal la adaptación?
El nivel de la liga es menor que en ASOBAL, el problema es que jugamos también la liga checa y a veces teníamos cuatro partidos por semana: por ejemplo, el martes en Eslovaquia, miércoles República Checa, sábado Eslovaquia y el domingo a Serbia. Cosas totalmente fuera de sentido. El presidente, que es quien toma las decisiones allí, consideró positivo jugar cuatro competiciones, pero con el tiempo se ha visto cómo era. Entrabas en una dinámica viaje-partido y llegaba un momento en el que el cuerpo decía basta, en algunos partidos se nos bajaba la persiana por el cansancio. Pero gracias a Dios, la pretemporada que hice con un preparador me ayudó mucho y no tuve problema.
¿Te ha hecho crecer como jugador esta experiencia?
Hemos tenido tres entrenadores, tres directores deportivos, un montón de fisios, muchos cambios… y de cada uno aprendes algo. He aprendido mucho en cuanto a posicionamiento en defensa y lanzamiento. Haber jugado más de 130 partidos en dos años al final te curte porque he crecido mucho y es algo de lo que estoy orgulloso. Estar fuera te sirve, para alguien que ha estado toda la vida aquí en casa, para ver el balonmano desde otra perspectiva como es la del jugador que se marcha y se va solo a un sitio, así que es algo también curioso.
¿Cómo es la adaptación con los compañeros?
Allí teníamos suerte de compartir vestuario con los “latinos”, como decíamos nosotros: brasileños, cubanos, portugueses... que tienen una personalidad más sociable y abierta que los de allí, y entre nosotros nos ayudamos para que la experiencia fuese más disfrutable. La cultura de allí es mucho más cerrada, si no hubiese sido por ellos seguramente habría sido todo mucho más difícil.
¿Qué opciones barajas para la próxima temporada?
La verdad es que todavía no sé dónde jugar, el puesto de extremo izquierdo es muy difícil. Todo el mundo quiere uno que pueda defender de dos, pero estoy tranquilo porque he hecho mi parte. Por suerte he hecho un muy buen año, y sabiendo que el trabajo está bien hecho, solo queda esperar y ver qué pasa.
¿Te atrae algún destino?
Un compañero mío se ha marchado a Alemania y me llama mucho la atención la estructura de los clubs a nivel organizativo y cómo viven el balonmano: no solo el partido sino el prepartido, es un espectáculo para los aficionados y es algo que me gustaría experimentar.
Siempre has dicho que algún día, lejano, te gustaría volver a Cuenca
Presov está muy lejos, la temporada que viene me gustaría jugar más cerca. Después, quién sabe. Desde el momento en que me marché ya pensaba en el día de volver porque, como en tu casa y con tu gente, en ningún sitio. Tenemos la suerte de tener un club espectacular con una afición increíble y que en pocos sitios o en ninguno se encuentra. Es algo que siempre va a estar ahí y jamás diré que no.
¿Cómo vives como aficionado esta gran temporada del equipo de tu ciudad?
Que vayan las cosas tan bien es algo que, habiendo formado parte del club y sabiendo lo que cuesta, me alegra muchísimo. Esta tendencia alcista que lleva el club parece no tener nunca fin, porque cada año se da un pasito más. El juego que se ha hecho este año y con la defensa, que siempre ha sido la clave de Cuenca, ha sido espectacular. Lo vivo con mucha alegría.
Toda esta época dorada empieza un poco contigo, con los Lidio, los Mendoza, los Thiago…
Mendoza y Lidio fueron los que pusieron el sistema defensivo en el centro del eje y es algo que, por suerte, todavía se mantiene. Parece que cuando se va un jugador siempre va a ir todo a peor, pero el club y la filosofía está por encima de todo. A nivel institucional y empresarial, la entidad se tiene que mover para dar un pasito más y no quedarse en que somos un club pequeñito que hace bien las cosas, sino convertirse en algo más.